Spartacus: Gods of the Arena, una precuela sobresaliente

Acción, sexo, sangre y Rock and Roll

El año pasado se estreno una de las series que más ruido hizo durante todo el año. Sexo, violencia y sangre, mucha sangre, eran sus señas de identidad. Muchos no dudaron de denostarla como producto de violencia gratuita, otros entre lo que yo me incluyo, en un principio fuimos escépticos durante los primeros capítulos para luego cambiar de opinión radicalmente sobre Spartacus: Blood And Sand. Todas las escenas de sexo o de acción quedan finalmente ensombrecidas por algo mucho más importante, unos personajes y un desarrollo de la historia notables.

Como ya explicamos, debido a la desgraciada enfermedad del protagonista Andy Whitfield, los productores se vieron obligados ha posponer la segunda temporada, dando así origen a la precuela que hoy nos atañe. La historia se centra en los hechos anteriores a la llegada de Espartaco. En esta ocasión decidieron rodar una mini temporada de seis capítulos, una decisión acertadísima viendo la calidad demostrada de una precuela que en un principio no me albergaba demasiadas esperanzas.

En Spartacus: Goods of the Arena, el verdaro protagonista ha sido Léntulo Batiatus, interpretado por Jonh Hannah. Sin duda, ha sido el mejor personaje de la serie, gracias a un John Hanna excelente que ha sabido crear un personaje llego de matices. Una vez más, Batiatus sigue pagando el coste de la ambición, y es que al igual que Ícaro, el buen Lanista pagará el precio más alto.

En esta ocasión, la diferencia con respecto a la anterior temporada ha sido la presencia del padre de Batiatus. En un principio, padre desaprobador de todo lo que hace su hijo, con la palabra decepción escrita en la frente. La relación con su hijo se denota tensa desde el principio, hasta finalmente llegar al clímax de la reconciliación con un final trágico con la muerte del padre a manos de Lucrecia, mujer del Lanista. Contemplamos por primera vez, a un Batiatus afligido, tras la perdida. Una lástima no poder disfrutar más de este personaje.

En la Arena, vimos cambios significantes. Desde Onameus pasando de esclavo a Doctore en una espectacular escena, hasta Crixo convirtiéndose de simple gladiador a Dios de la Arena. En esta entrega, Gannicus se nos presentaba como nuevo campeón de Capua, cuyo mayor protagonismo fue a raíz de la historia de amor imposible con la mujer de Onameus. Una historia algo precipitada sobretodo debido a la corta temporada, pero que finalmente queda genialmente cerrada alejada de cualquier dramatismo innecesario.

El final de Gannicus fue una sorpresa gratamente recibida. Conocedores ya de que el ambicioso Crixo sería el nuevo campeón de Capua, se daba por hecho que Gannicus caería en la arena. Sin embargo tras una espectacular batalla, vemos como la heroicidad de Gannicus le hace ganar la ansiada libertad de todo esclavo, muy a pesar de su Lanista.

Entre las otras tramas secundarias, por un lado tenemos la intervención de Jaime Murray,que muchos recordaréis por su papel en Dexter en la segunda temporada. En Spartacus, da vida a una vieja compañera de Lucrecia, que ante la muerte de su marido busca desesperadamente el amparo de otro hombre. Su trágico final a manos del encarnizado enemigo de Batiatus, así como lo fue Solonious en la primera temporada, justifica de sobra su aparición en esta precuela.

Spartacus: Goods of the Arena ha cumplido su objetivo, estar a la altura de Blood and Sand. Una temporada llena de todos los ingredientes que puede ofrecerlos la serie de la cadena Starz, sexo rozando lo pornográfico, acción genialmente rodada, y una historia apasionante donde vemos hasta que punto los esclavos podían ser privados de su dignidad. Ahora ya toca ver que tal le sentará el cambio a Spartacus, tanto el relevo de protagonista como dejar atrás El Ludus y las batallas de Gladiadores.