Spielberg on Spielberg: La Lista de Schindler (Schindler's List, 1993). Primera parte

Publicado el 23 junio 2015 por Nestor74

"Esta es la película con mayor mensaje que he hecho hasta ahora. Se trata de un mensaje muy simple: que algo así no debería volver a pasar jamás. Pero es un mensaje muy cercano a mi corazón."

La figura de Oskar Schindler (1908-1974) se mantuvo en el olvido durante largo tiempo. Nacido en el seno de una familia de los Sudetes alemanes en Moravia, dio sus primeros pasos profesionales en la pequeña fábrica de maquinaria para granjas que regentaba su padre. No permaneció demasiado tiempo dentro de un negocio que no colmaba sus ambiciones así que fue cambiando de actividad mientras su comportamiento habitual se caracterizaba por la vida disoluta, el adulterio, y la incansable pasión por la bebida. Con el auge del nazismo en Alemania, decidió tomar partido por su causa afiliándose al Partido Germano de los Sudetes y convirtiéndose en espía para la Abwehr, el servicio de inteligencia nazi. En esta función, recopiló información acerca de las instalaciones checas de transporte y comunicación, una información que sería relevante en el caso de invasión germana. En realidad, Schindler fue siempre un arribista, nunca tuvo simpatía por ideologías. Lo suyo era aprovechar la situación coyuntural para arrimarse a quien le pudiera conseguir dinero para subsanar su permanente estado de quiebra financiera. Sus actividades le acabaron llevando a prisión por parte de las autoridades checas pero la anexión de los Sudetes al Tercer Reich, en 1938, conmutó esa pena. Schindler fue liberado y el siguiente año pasó a formar parte del Partido Nazi.


Como agente de la Abwehr le fue encomendada la misión de informar acerca de la red ferroviaria de Polonia y el estado de sus fuerzas militares de cara a una futura invasión. Tras la ocupación alemana de Polonia en septiembre de 1939, Schindler se trasladó a Krakovia donde decidió iniciar una aventura empresarial aprovechando de nuevo la coyuntura social y política. Los derechos civiles y las propiedades de los judíos en Polonia estaban empezando a ser requisadas por los nazis. Schindler vio en ello una oportunidad de iniciar un negocio aliándose con judíos que hubieran conservado su capital y, en base a la propia situación general, contratar como empleados de su factoría de material de cocina a empleados judíos cuya retribución sería mínima dadas las órdenes oficiales. Su enriquecimiento, con una guerra en plena efervescencia que demandaba constantemente pucheros de cocina, estaba asegurado. Sus contactos de alto nivel en la Wehrmacht le permitieron situarse como el suministrador número uno del ejército y así fue como la Deutsche Emaillewaren-Fabrik (DEF) se convirtió en una referencia de éxito en Krakovia. Con sus más de mil empleados judíos, la fábrica se convirtió en un modelo de productividad. Los trabajadores acudían cada día al trabajo desde el ghetto de la ciudad y posteriormente, con la evacuación del mismo, desde el campo de internamiento de Plaszow, dirigido por un oficial nazi, cruel e inmisericorde, llamado Amon Goeth.

Pero Schindler no era como los demás patrones nazis. Él no seguía ideologías, no creía en el dogmatismo político. Su causa era la de ganar dinero. Además, su carácter abierto y festivo le hacía popular ante toda clase de personas. Su acercamiento inusual a los judíos y los lazos que fue estableciendo con ellos le condujeron irremisiblemente a comprender el horror del Holocausto. Hacía negocios para conseguir productos de primera calidad con Poldek Pfefferberg y se rodeó de un grupo de contables expertos, cuyo cabeza visible era Itzhak Stern, mientras él se dedicaba a trabajar la imagen de la empresa y asegurar su permanencia consiguiendo el beneplácito de los altos mandos alemanes. Su fábrica se fue convirtiendo progresivamente en refugio para los judíos. Lograr una acreditación de trabajador esencial para la DEF era la garantía de supervivencia para ellos pues evitaba su deportación a los campos de exterminio. Los schindlerjuden eran ya un numeroso grupo de unas 1200 personas entre los que se encontraban familias enteras que empezaban a deber su vida a un samaritano involuntario. 
Sin embargo, en el verano de 1944, Schindler tuvo que afrontar una dura prueba para salvar a sus trabajadores. El ejército soviético estaba cercando a los nazis en el frente oriental y éstos tuvieron que afrontar una retirada de Polonia. Los judíos restantes iban a ser deportados a campos de concentración como Auschwitz donde afrontarían una muerte más que segura. Los negocios en Krakovia iban a cerrar pero Schindler decidió implicarse personalmente, por primera vez en su vida, y utilizó la mayor parte del capital obtenido a lo largo de esos años para sobornar a los altos mandos nazis con el propósito de obtener autorización para trasladar su plantilla a Brünnlitz (Checoslovaquia), donde abriría una factoría de material militar. Así fue como se confeccionó la llamada Lista de Schindler, un inventario con más de 1200 nombres que fue elaborado por el secretario personal de Amon Goeth, el también judío Mietek Pemper. Cada nombre iba asociado a una cantidad de dinero que Schindler tuvo que desembolsar ante las autoridades para evitar lo que las disposiciones oficiales determinaban: el traslado de los trabajadores judíos a los campos de exterminio. Pero este proceso no podía ser fácil. Por errores burocráticos, más de 300 mujeres de la lista fueron enviadas a Auschwitz. Schindler tuvo que volver a mover los hilos. Pagó y suplicó para conseguir que finalmente fueran enviadas a Brünnlitz.
Durante sus casi nueve meses de funcionamiento, la nueva factoría fue un modelo de baja productividad, algo con lo que Schindler ya contaba. El objetivo en ese momento era salvar vidas utilizando el pretexto empresarial, no conseguir dinero. De hecho, el dinero tuvo que seguir saliendo de las manos de Schindler puesto que los sobornos continuaron para garantizar que la factoría no se cerrara. Incluso llegó a comprar materiales armamentísticos de otras fábricas para compensar lo poco que salía de la suya. También se aseguró que nunca faltaran provisiones para su gente y tuvo que sobornar a la propia guarnición nazi que vigilaba la instalación. Schindler incluso permitió que sus trabajadores volvieran a celebrar el sabbat y controló la seguridad de las familias y los niños a lo largo de todo ese tiempo mientras contaba con la colaboración de su sufrida esposa, que decidió apoyarle en esta noble causa a pesar de su historial anterior de infidelidades.

Pfefferberg junto a Schindler a principios de los sesenta.


Con el fin de la guerra en Europa, en mayo de 1945, Schindler y su esposa se despidieron de sus trabajadores y huyeron antes de que los soviéticos llegaran y pudieran ejecutarle por pertenencia al Partido Nazi. Los schindlerjuden redactaron un documento que consignaba su buena obra y fundieron un anillo para él cuyo lema interior rezaba: "el que salva una vida, salva al mundo entero". Mientras los judíos fueron liberados e iniciaron una diáspora por diferentes lugares, felices por haber salvado la vida, Schindler logró finalmente llegar a posiciones controladas por norteamericanos. Posteriormente, logró reinsertarse e inició nuevas aventuras empresariales poco exitosas que reforzaron una quiebra económica que le acompañó hasta el resto de sus días. Mantuvo lazos con muchos de sus ex-trabajadores, especialmente con Itzhak Stern y Poldek Pfefferberg, y sobrevivió gracias a sus donaciones durante años. Llegó a ser declarado "hombre justo" por el nuevo estado de Israel y tras su muerte, en 1974, fue enterrado en el cementerio Mount Zion de Jerusalén.
La adaptación al cine de los hechos que rodearon la vida de Oskar Schindler en Krakovia no podría haber sido realidad sin la insistencia y tenacidad de Poldek Pfefferberg (1913-2001). Afincado en el área de Los Angeles, después de la liberación, este schindlerjuden que ahora se llamaba Leopold Page puso todo su empeño en dar a conocer la obra de este héroe anónimo y olvidado. Pero tras fracasar un intento de adaptación fílmica en los años sesenta, pareció desistir hasta que, en 1980, un escritor australiano llamado Thomas Keneally entró en su tienda de Beverly Hills buscando una nueva maleta para su viaje de regreso a casa. Cuando Pfefferberg supo que se trataba de un escritor, le invitó a conocer la documentación que guardaba sobre Schindler. En esas páginas, Keneally vio la posibilidad de contar una gran historia, absolutamente desconocida para el público general hasta entonces. Decidió ponerse a ello y viajó con Pfefferberg a Krakovia para investigar más a fondo. De todo ello surgió un libro titulado "Schindler's Ark" que se publicó en 1982. 

Thomas Keneally junto a Spielberg.


De nuevo, el descubridor de Spielberg y presidente de MCA/Universal, Sid Sheinberg, descubrió el material y le envió a su antiguo pupilo un artículo del New York Times que reseñaba la obra de Keneally. Spielberg quedó absolutamente anonadado al conocer la historia y, por su condición de judío, el contenido de la misma le golpeó emocionalmente. Recordó entonces las historias que sus abuelos le habían explicado acerca de un Holocausto que no vivieron directamente pero que se llevó a muchos de sus amigos. Su interés era desmesurado y apoyó a Sheinberg para que comprara los derechos de adaptación.
Sin embargo, Spielberg no estaba seguro de ponerse al frente por motivos muy internos:
"No tenía la madurez, el oficio o la información emocional para poder absorber el Holocausto de una forma honorable, sin deshonrar la memoria de los supervivientes y especialmente de aquellos que no sobrevivieron."
Decidió que la película debía ser dirigida por alguien con más trayectoria y experiencia en el tratamiento de grandes temas dramáticos. Y así fue como durante los años siguientes contactó con varios directores que siempre respondían de forma negativa. Sydney Pollack consideró que era un reto difícil y polémico mientras que Roman Polanski, superviviente del ghetto de Krakovia cuya madre murió en Auschwitz, también lo rechazó. Spielberg viajó a París y se reunió con él pero Polanski le dijo:
"¿Sabes una cosa? Tengo una historia sobre el Holocausto. Esta no es la historia que quiero contar. Ni siquiera sé cuál es la que quiero contar. Creo que quizás quiera explicar la historia de mi vida, de cuando era un niño en el ghetto de Krakovia y escapé. Necesito contar mi propia historia."
Esa historia que buscaba Polanski es la que acabó encontrando en su película El Pianista (The Pianist, 2002). 
Así que, durante casi diez años, Spielberg fue demorando algo que él sabía, en su interior, que acabaría ocurriendo. Su último intento de traspasarlo fue con su amigo Martin Scorsese, al que él seguía considerando como el mejor director de su generación. Scorsese quedó atraído por el proyecto y aceptó ponerse al frente en 1988. Pero Spielberg seguía sin estar seguro. Creía que estaba dejando pasar una oportunidad única para hacer una película con un gran mensaje universal y en 1990 decidió dar el golpe de timón definitivo: 
"Decidí aprovechar la oportunidad de hacer algo para mis hijos y mi familia acerca del Holocausto."
Así que intercambió proyectos con Scorsese y le pasó el remake de El Cabo del Miedo (Cape Fear) reservándose el papel de productor. Él se hacía cargo del proyecto de Schindler aunque tuvo que dejarlo hasta después del rodaje de Jurassic Park (1993) por expresa petición de Sid Sheinberg. 
En cuanto al guión, Thomas Keneally había escrito un borrador que él mismo asumió como fallido por no ser capaz de comprimir la historia. Tras el paso de Kurt Luedtke (responsable de Memorias de África), llegó la etapa de Scorsese que conllevó la entrada de Steven Zaillian como guionista. Zaillian era un joven libretista con poca experiencia pero su tratamiento de 115 páginas llamó la atención de Spielberg que, sin embargo, le pidió que lo ampliara buscando encapsular más elementos del Holocausto en esta gran historia personal. El punto de inflexión fue cuando ambos hicieron un viaje a Polonia para buscar localizaciones visitando también Auschwitz. El guionista quedó impregnado de un dramatismo que trasladó a un nuevo libreto cuando regresó a casa. Zaillian extendió la historia y ahondó profundamente en ella. Escribió un guión definitivo de 185 páginas que incluía el deseo de Spielberg de mostrar una gran secuencia de crueldad y dramatismo en la evacuación del ghetto de Krakovia.
"La película necesitaba decir mucho sobre el Holocausto, sobre su proceso. El Holocausto fue un guión escrito por Satán. El proceso completo de quitarte tu libertad, de obligarte a llevar una estrella, de obligarte a crear un mercado negro de alimentos dentro del ghetto judío para sobrevivir; la eliminación de los barrios judíos de clase alta y de obligar a todos a vivir en ghettos y después la diseminación de todos ellos en campos de trabajo o directamente a Auschwitz y otros campos de la muerte para su inmediata ejecución. Eran importantes pasos para mostrar al mundo que hubo premeditación y alevosía en el proceso que desembocó en el mayor crimen de la historia moderna, y esto no se podía hacer en una hora y cincuenta y dos minutos ni con un guión de ciento diez páginas." 

Precedido por:
Parque Jurásico (Jurassic Park, 1993)
Continúa en:
La Lista de Schindler (Schindler's List, 1993). Segunda parte