No es algo novedoso. Los anuncios de Apple se caracterizan por eludir todo halo de “tecnología”, de “gadgets”, de “dispositivos electrónicos” y hablarnos de lo que puedes hacer con ellos: crear, comunicar, mejorar la vida de los otros; transmitir emociones, comunicar sentimientos. Y, en este caso, nos da una gran lección de cómo usar el móvil en familia: una lección que deberían aprender todos nuestros jóvenes.
Lo que vemos es una escena de lo más habitual. La familia Harris se dispone a pasar unas felices Navidades en el campo, mientras su hijo mayor vive aparentemente “enganchado” a su teléfono móvil. En varios momentos vemos al protagonista “ausente”, más atento a su dispositivo que a lo que ocurre a su alrededor. Mientras los demás juegan en la nieve o decoran el árbol, él está en un rincón, solitario y callado, toqueteando su IPhone 5 S. Todos se lo critican y hasta le echan una bola de nieve o un gorro para que “despierte”.
El spot se titula significativamente Misunderstood (Incomprendido). Porque el final se desvela cuál ha sido el verdadero propósito del chico, y descubrimos que ha estado más atento a la celebración navideña de lo que sus familiares han pensado todo el tiempo.
Ahora que han terminado las fiestas, debo haceros una confesión: me da cierta pena la gente que dice que odia la Navidad, que desea que pasen estas fiestas lo más rápido posible. A mí me encantan, me encanta ver la ilusión de un niño abriendo sus regalos, de una familia poniendo el belén, de una cena familiar en la que todos olvidan los rencores y aprenden a querer. Quizás para alguno resulten consumistas, para la mayoría son una ocasión espléndida de amar, de renovarse por dentro y aprender a ser niños. Y eso vale por todos los que no saben vivir la Navidad en su auténtico sentido.
En todo caso, un brindis por esta campaña de Apple, humana y entrañable, que apuesta por la familia y la Navidad.