Hoy quiero hablaros de sueños, y de la Navidad que queda en nosotros cuando las fiestas se acaban. Todo -hasta lo más ordinario- puede activar en nosotros el recuerdo de estos días pasados, y llenarse de nieve y de afecto, de felicidad. Cada uno de nosotros puede ser, en su entorno, una “fábrica de la felicidad”: simplemente, haciendo lo de cada día, pero con amor. Nos llevaríamos una gran sorpresa si pudiéramos descubrir lo que pasa al otro lado de nuestras vidas (en el interior de las personas que queremos) cuando hacemos un acto sencillo con el deseo de agradar. Hasta un acto tan simple como arrojar una moneda en una máquina de refrescos…
Antes de que retiren el último adorno de las calles y nosotros quitemos el Belén y el árbol de Navidad, quiero dejaros este anuncio que Coca Cola estrenó en diciembre de 2006. Fue galardonado con el Premio TP al mejor Anuncio del año y quedó finalista en los Premios AMPE. En el verano de 2007 continuó la historia con más personajes –vulgares y corrientes- que arrojaban una moneda en la máquina expendedora y activaban, a su alrededor, mundos fantásticos de felicidad. Ojalá también nosotros sepamos descubrir todo el encanto sublime (y el recuerdo, y el amor, y el cariño) que puede esconder un simple gesto cotidiano.
Porque todos los días de este nuevo año pueden ser, si queremos, Navidad.