Se trata de una campaña de solidaridad promovida por una empresa de dulces. En ella colabora también la Fundación Theodora, una agrupación de payasos que trata de llevar un poco de alegría y diversión a los niños enfermos. En su página web señala que su objetivo es “aliviar el sufrimiento de los niños hospitalizados a través de la risa, porque la risa les hace fuertes”. De ahí el lema de la campaña: "Sonrisas dulces" nos habla de las dos entidades patrocinadoras -payasos y dulces- y de los dos regalos más apreciados por los menores.
Paradójicamente, en el comienzo de este anuncio no hay situaciones dulces, alegres o divertidas. En las primeras escenas se muestra la marginación, e incluso la burla, que puede sufrir un niño enfermo de cáncer. Sin pelo en la cabeza, sin amigos a su lado. Al padecimiento físico se une el padecimiento moral. Todos los esfuerzos de sus padres -su empeño para que viva una vida normal- parecen estrellarse en la indiferencia del entrono. Pero al final, surge la sonrisa, la alegría... ¡la solidaridad! Como decía un sabio profesor mío, “la solidaridad no es más que la caridad para quienes no quieren usar esta palabra, porque la solidaridad no es otra cosa que el amor de amistad, la comprensión de los que son diferentes, la entrega sincera a los demás”.
Me parece un mensaje especialmente bueno para estas fechas, en las que pronto veremos las luces de la Navidad. Para algunos, la mejor Navidad está en ser queridos y aceptados como son, porque así aflora en ellos una felicidad muy honda que a todos debería enriquecer.