Porque es un relato maravilloso: asistimos a toda la vida de una mujer, desde que nace hasta la vejez. Ochenta años resumidos en 90 segundos. Una mujer marcada siempre por el afecto: hacia sus amigas, hacia su marido, hacia su familia. No todo es perfecto en su vida, pero todo está endulzado por el amor.
La genialidad es cómo nos cuenta la historia. Vemos a una bebé en su cuna. Su madre la levanta y, cuando la deja en el suelo, se ha convertido en una niña de dos años. La niña atraviesa a gatas un tubo en su habitación y, cuando sale, de repente está en la escuela y tiene ya 5 años. Se sienta en su pupitre y mira con temor a la maestra, que le regaña mientras el sol brilla sobre su cabeza. Cuando cesa el fulgor, la niña está en la fiesta de su octavo cumpleaños, y entonces sopla las velas de su tarta... ¡de 18 años! Besa a su novio y pasa a otra habitación… ¡de la que sale con vestido de novia!
Pero, ¿qué es esto? ¿Está ya casada? No, ¡está embarazada! Espera, ¡¡¡que es abuela!!! Y así, en pequeños flashes, vemos los dolores y las alegrías que han tejido su vida: las clases en el colegio, las amigas de la infancia, el matrimonio y los hijos, el trabajo y la jubilación...
Esa cascada de “instantes mágicos” se corresponde perfectamente con la música. La voz de Fyfe Dangerfield, de los Guillemots, versiona la clásica canción de Billy Joel. Así, mientras oímos: "She hides like a child, but she's always a woman to me," ("Ella se esconde como un niña, pero es siempre una mujer para mí"), vemos a la chica de 8 años que se convierte repentinamente en mujer. Cuando suena: "Ella es con frecuencia amable, e inesperadamente cruel", la vemos primero abrazando a sus hijos al volver del trabajo, y poco después tras su portátil, gritando a los niños para que callen, porque está trabajando. Y cuando canta: "Ella no puede ser juzgada, porque se ha ganado nuestro afecto...", la vemos en el jardín, robando una cereza del pastel de su nieta. Sí, ella no es perfecta, pero es una mujer que lo ha dado todo en su vida, y no se la puede juzgar…
Me gusta este anuncio. Me ha conmovido y me hace pensar en la vida de tantas madres generosas que he conocido. En primer lugar, en mi madre. Alguien pensará que esas vidas no fueron siempre perfectas... Desde luego, la de mi madre sí lo fue. Y aunque a veces haya tenido que sufrir -muchas veces-, el amor que sentía por mi padre y por nosotros la hizo siempre feliz… Todas las madres se han ganado nuestro reconocimiento y nuestro afecto. Y no se las puede juzgar...