Viene entonces la referencia a la familia: “¡Y cuídate!... Porque les harás falta a los niños…”. Pero el consejo va más allá, y toca la fibra del espectador: “Y si conoces a alguien más, sigue tu camino”. Ella no parece dispuesta a buscar otros afectos: “¡Ay, qué ocurrencias tiene este hombre! Yo, por si acaso, siempre llevo la alianza…”. Y responde con un monólogo chispeante y lleno de ternura, sobre todo cuando recuerda: “Fueron 26 años, 11 meses y 20 días maravillosos… que duraron un suspiro”.
La marca anunciada se desvela al final: es una tienda sencilla, con amplia tradición familiar. Y entendemos entonces que todo ese recuerdo de la protagonista entronca bellamente con el objeto anunciado. Y lo hace con tal naturalidad, con tal emoción, que ese recuerdo nostálgino nos conmueve y nos arrastra.
Habrá quien vea en ello una instrumentalización de los sentimientos. A mí, por el contrario, me parece un canto bellísimo al amor verdadero, ese que no muere nunca aunque muera la persona amada.