‘star trek: en la oscuridad’: el entrenamiento de j.j. abrams

Hace mucho tiempo, en esta misma galaxia, hubo una serie de televisión, y una película, y otra película, y más películas sobre Spock, Kirk y CIA. Aunque la franquicia estuvo de vacaciones forzadas unos años, volvió en el 2009 dispuesta a meterse en el bolsillo a una nueva generación. Todo ello de la mano de J.J. Abrams. Si, el de Perdidos, Alias y, no nos olvidemos, Felicity. La secuela estaba asegurada: Spock y Kirk vuelven a surcar el espacio en el Enterprise hasta toparse con un atentado perpetrado por un ex agente de la flota estelar. Abrams vuelve a dirigir, en lo que podría ser su calentamiento previo a la nueva trilogía de Star Wars.

Star Trek: En la oscuridad, mejor que su predecesora, repite con acierto las fórmulas del género: los efectos especiales de la escena en el volcán en erupción impresionan, el asalto a la nave enemiga resulta emocionante y el malo malísimo da más miedo que el camuflado Eric Bana de la Star Trek anterior. Pero cuando decimos que repite con acierto las fórmulas del género, usamos el verbo repetir aposta. Hasta cuatro veces en las dos horas de película nuestros héroes se enfrentan a una encrucijada contrarreloj. La primera de ellas resulta efectiva. La cuarta, un mal déjà-vu.

La cinta, que intenta ser una historia sobre la amistad, nos brinda una muy correcta interpretación del mítico Spock por parte de Zachary Quinto. En cuanto a Chris Pine, hay algo en él que no funciona y que te saca totalmente de la historia. Pese a todo ello, Star Trek: En la oscuridad proporciona la dosis necesaria de acción, emoción y diversión para poder disfrutar del film. Eso si, por los pelos.