Stargate SG-1: Agujeros negros, discos de acreción y relatividad

Publicado el 13 abril 2011 por Alf

Hoy va a ser uno de esos días en los voy a comentar un poco de buena ciencia junto con algo de mala ciencia. Y otra vez en un episodio de la serie Stargate SG-1. En el tercer episodio de la décima y última temporada hay un cruce con el spin-off Stargate Atlantis, donde los protagonistas viajan a la Galaxia Pegaso (en realidad, se supone que es la Galaxia Enana Irregular de Pegaso o PegDIG) a bordo de una de las naves de las que ya disponen a partir de la octava temporada, para buscar un agujero negro apropiado, cerca del cual colocar un stargate para llamar a otro que previamente han colocado cerca de un superstargate que usan unos enemigos muy poderosos, que... bueno, no entraré en detalles ya que esta no es la parte que quería comentar.

Cuando se acercan al agujero negro, se nos muestra un gran remolino de polvo «cayendo» a algo oscuro que parece un sumidero, y el Dr. McKay (el egocéntrico y brillante científico de la expedición Atlantis) dice que lo que están viendo es un disco de acreción en torno al agujero negro, ya que el agujero en sí no puede verse.

Bien, es cierto que un agujero negro no se puede ver directamente. Por su propia definición, un agujero negro no emite luz ni ningún tipo de radiación electromagnética, ya que la velocidad de escape supera la de la luz. Un concepto asociado al agujero negro es el horizonte de sucesos, que es una esfera imaginaria que rodea el agujero, en cuya superficie la velocidad de escape es exactamente la velocidad de la luz. Así que la detección de agujeros negros debe hacerse de forma indirecta.

Una forma de «ver» un agujero negro, es mediante su disco de acreción, como ocurre en la serie. ¿Y eso qué es? Un disco de acreción es un conjunto de polvo y gas que se «arremolina» alrededor de un cuerpo celeste, generalmente uno bastante masivo (como una estrella). Este material cae en espiral hacia el cuerpo, formando un disco (o un toro) en rotación. Y no hay que olvidar, aunque parezca una tontería repetirlo, que cae hacia el objeto que hay en el centro. Destaco esta parte porque en la serie, el disco de acreción se parece más a un remolino de agua que cae por un sumidero. Es decir, en el plano que nos muestran, parece caer hacia «abajo» desde nuestra perspectiva. Y en el espacio, no tiene sentido hablar de arriba y abajo.

Como imaginaréis, las partes más interiores del disco, al estar sometidas a un campo gravitatorio mayor, se mueven con más rapidez que las que están más alejadas. El disco se comporta como un fluído, y la diferencia de velocidades produce una fricción entre las distintas capas que hace que se caliente. En el caso de cuerpos muy masivos, como enanas blancas, estrellas de neutrones o agujeros negros, el material se calienta tanto que emite una gran cantidad de radiación, sobre todo rayos X. De hecho, otra forma de detectar un agujero negro es mediante esta emisión de radiación.

Claro que este hecho supone un problema para los tripulantes de una nave que se acerque. Si no está convenientemente blindada, los rayos X que emite el disco de acreción del agujero negro serían letales para sus tripulantes. Bueno, podemos suponer que las naves terrestres de Stargate, que disponen de tecnología asgardiana, y que pueden generar un escudo de fuerza contra disparos enemigos, no deberían tener problemas en ese sentido. Aunque en el episodio no se hace referencia a este peligro, y sólo se menciona la intensidad del campo gravitatorio como riesgo al acercarse demasiado.

Hay una tercera forma de detectar un agujero negro, y es precisamente gracias la gran intensidad de su campo gravitatorio. Como sabéis, según la Relatividad General (de la que hablé hace tiempo) cualquier campo gravitatorio deforma el espacio-tiempo, lo que quiere decir que la luz no se propaga realmente en línea recta, sino que se curva junto con el espacio-tiempo. En nuestra vida cotidiana esta deformación es demasiado pequeña para apreciarla. Pero en las cercanías de un objeto muy masivo, la cosa cambia. Nuestro Sol, por ejemplo, tiene suficiente masa como para deformar el espacio-tiempo de forma visible, hecho que permitió corroborar la Relatividad General durante el eclipse de mayo de 1919 (midiendo la posición de las estrellas que estaban cerca de él en ese momento, y contrastándolas con su posición real, una noche cualquiera).

En el caso de un agujero negro, esta deformación es mucho más notable, provocando un efecto conocido como lente gravitacional. Básicamente, la luz se curva tanto que lo que haya alrededor del agujero (desde nuestra perspectiva visual) lo vemos deformado, como si usáramos una lente. De hecho, podemos llegar a ver cosas que hay detrás del agujero.

Pero esto significa que si el agujero tiene un disco de acreción alrededor, éste debería verse en realidad muy distorsionado, apareciendo ante nuestros ojos como «doblado» en vez de completamente plano, como se nos muestra en la serie. Podéis ver la apariencia que debería tener en unas animaciones que os podéis descargar de la web de la Universidad de Colorado. En el primer video (el más recomendable), el observador se desplaza desde una posición casi perpendicular al disco, hasta otra casi en el mismo plano de éste.

Fijaos que al mencionar la deformación, estoy refiriéndome todo el rato al espacio-tiempo, y no sólo al espacio. Y es que el tiempo también se deforma con la presencia de un campo gravitatorio. El transcurso del tiempo parece ralentizarse cuanto mayor el la intensidad del campo gravitatorio, de forma que para un observador en las cercanías de un agujero negro, el tiempo transcurre más lentamente que para otro observador que esté más alejado. Este detalle sí que se comenta en la serie, y de hecho se utiliza como parte de la trama, cuando se ven obligados a combatir una nave colmena espectro (les engañan con una maniobra de forma que la nave espectro esté más cerca del agujero que los protagonistas, y así éstos disponen de más tiempo de reacción).

Algo de buena ciencia entre la mala ciencia. No está nada mal.