‘stoker’: estético y misterioso trío familiar

Publicado el 14 mayo 2013 por Cintasperdidas @cintasperdidas

Secretos, problemas, deseos. Celos, pasiones, envidias. Park Chan-Wook (Old Boy, 2003)  envuelve a tres integrantes de una extraña familia en enredos propios de una trama poco convencional. Con argumentos estéticos muy atractivos que embellecen una buena fotografía, Stoker juega a desorientar a un espectador que va entendiendo paulatinamente una historia que sube su tono a medida que pasan los minutos.

Centrando prácticamente toda la atención en sus tres protagonistas, la mirada hacia ellos parece inevitable. Mia Wasikowska (Alicia en el País de las Maravillas, 2010), con un vestuario de otra época que se adapta a una personalidad extraña (la de India, su personaje), logra transmitir, mediante una pasividad exagerada, las sensaciones de una adolescente misteriosa que acaba de perder a su padre. Igual de misteriosos son los otros dos personajes.

Nicole Kidman, con un innecesario botox en su cara que disminuye su expresividad facial, encarna de forma excelente a una viuda de edad avanzada con marcadas insatisfacciones y con un complejo evidente de edad que chocan con su hija y que se disimulan ante la llegada de su cuñado (Matthew Goode). Charlie, un hombre cautivador y misterioso, llega a una casa sin padre ni esposo para quedarse y dividir, si cabe, aún más a madre e hija, que no parecen tener ningún lazo emocional. De esta forma, Chan-Wook dispone un trío psicológico que encaja a pesar de la rareza de un guión pausado que va encontrando la particular personalidad de India y Charlie, parecidos y desconcertantes.

El argumento muta de drama a thriller. Y aunque el argumento es el hilo conductor de la película, los elementos visuales que imprimen significado son varios. Los planos son buenos, la luz es detallada y puntualmente pensada y los juegos ópticos aumentan el énfasis de un in crescendo natural de una película con una estética pulcra, cuidada y meticulosa.

A pesar de algunos momentos poco creíbles que quitan credibilidad al guión, Stoker mantiene un idilio con aquel espectador que se deja atrapar por las apariencias visuales, puestas con exactitud y esmero. Sin un final que resta importancia a la historia y suma notoriedad a una armonía que reviste de sobriedad la pantalla, sumado a una música que encaja a la perfección con la imagen, Chan-Wook saca lo mejor de una Mia Wasikowska que derrocha tanta inquietud como la película, que entre el drama y el thriller adopta también al suspense.