La novela Stoner ha sido redescubierta hace unos pocos años en Estados Unidos, dando pie a encendidos elogios: “Un retrato magistral de un hombre virtuoso y verdadero” (The New Yorker) o “El mejor libro que he leído en 2007 fue Stoner de John Williams. Es quizás el mejor libro que he leído en años” (Stephen Elliott, The Believer).
En España se ha hecho con los derechos Baile del Sol, y conseguir esto para una editorial pequeña, con poca capacidad para realizar adelantos o pujas por derechos, debe ser entendido como todo un triunfo de la perseverancia y el olfato. En la pasado feria del libro pude oír la historia –una historia que tiene que ver con la admiración hacia la obra de la escritora francesa Anna Gavalda- acerca de la adquisición de los derechos para España de Stoner de boca de sus editores. Y pude comprobar cómo muchas de las personas que se acercaba hasta la caseta 198 –la de Baile del Sol- lo hacían buscando directamente esta novela, de la que se había colocado en la caseta un cartel de la portada casi de tamaño humano.
Semanas antes me agradó poder enviar un correo a los editores (que son los de mis libros) para comentarles que en la FNAC de Callao, en Madrid, había visto, más de medio año después de que la novela fuese editada, varias pilas de “Stoners” en la sección de novedades y en las mesas expositoras. Lo que me pareció todo un logro para esta pequeña editorial que tiene su sede en Tenerife.
¿Y por qué venían los lectores a la caseta 198 en busca de este libro y en la FNAC se habían decidido a colocar en las novedades toda una montaña de ejemplares, como si se tratase de una novela de otra editorial con muchos más medios? La respuesta es simple: sin que haya ocurrido de un modo apabullante, sino más bien como un lento goteo secreto, Stoner ha estado recibiendo muy buenas críticas en prensa. Y quizás el espaldarazo definitivo se lo hayan dado los elogios de Luis Antonio de Villena: “quiero recomendarles una estupenda y a la par muy sencilla novela de un escritor norteamericano del que yo sólo he sabido hace muy poco” (ver AQUÍ), y, quizás, sobre todo las encendidas palabras de Rodrigo Fresán, siempre interesado en la literatura norteamericana, y del que no recordada tanto entusiasmo para recomendar un libro. Así empieza Fresán su reseña de una página en el ABC Cultural: “Stoner es una obra maestra. Y punto”, y un poco más abajo escribe: “Repitan y tomen nota en sus cuadernos: Stoner… es… una… obra… maestra…” (ver AQUÍ).
¿Y qué tiene esta novela de 1965 de un escritor desconocido en España para que levante tantas pasiones?
John Williams (Texas, 1922- Arkansas,1994) escribió 4 novelas y Stoner es la tercera de ellas, y al igual que el protagonista de este libro también fue profesor universitario en Columbia.
Williams Stoner nace en 1891, en una pequeña granja de Missouri, y su padre, tras escuchar a un representante del condado, le propone acudir 4 años a la universidad para estudiar en la Facultad de Agricultura y poder así desenvolverse mejor como granjero en el futuro. Stoner acude a la universidad y allí, durante su segundo año sufre una transformación: ocurrirá durante una clase que sus estudios comparten con otros: Lengua Inglesa impartida por el profesor Sloane. Stoner abandona sus estudios de Agricultura y durante los siguientes 2 años estudiará Lengua Inglesa y Literatura. “Tomó conciencia de sí mismo como nunca antes” (página 19).“No tenía amigos, y por primera vez en su vida era consciente de su soledad. (…) Tristán e Isolda la Justa, desfilaban ante él; Paolo y Francesca giraban en la ardiente oscuridad; Helena y el brillante Paris, con la amargura en sus rostros por las consecuencias de sus actos, surgían en la penumbra. Y estaba con ellos de un modo en el que nunca podía estar con sus compañeros que iban de clase en clase, con quienes compartía techo en una gran universidad en Columbia” (pág 20-21).
Y Stoner no conseguirá salir al mundo real y se quedará dando clases en la universidad. Los hechos históricos desfilan por el libro como un eco lejano: la 1ª Guerra Mundial, la Gran Depresión, la 2ª Guerra Mundial, y su engarzamiento en la historia de Stoner y los personajes que le rodean me ha parecido muy bien trabado.
En la contraportada del libro hay una cita de The Times Literary Supplement: “Una sencilla pero vibrante obra”.Se podría entender Stoner como una novela sencilla si pensamos que cuenta la vida de un hombre usando una tercera persona desapasionada y que el relato es lineal. Pero Stoner es una novela de una sencillez engañosa, puesto que en ella no hay artificio, no hay información oculta revelada al final, no hay una trama policiaca en el campus universitario. Stoner cuenta la vida de un hombre, que iba a ser granjero y acabó siendo profesor de literatura, gracias al deslumbramiento que sintió en una clase hacia la lengua escrita; un hombre que va a conocer la desgracia en su matrimonio, pero también el amor, la amistad y la pena por el amigo muerto, el placer de dar clases, además de la frustración de ser injustamente tratado en el trabajo.Stoner nos cuenta la vida de un profesor sencillo, honesto, y es la historia de un hombre normal, que es sobre lo que me parece más difícil escribir. El desconocido en España John Williams era un escritor que tenía que saber mucho de la vida para conseguir emocionar de esta manera. Un escritor lacónico que puede escribir párrafos como éste: “En su año cuarenta y tres de vida, William Stoner aprendió lo que otros, mucho más jóvenes, habían aprendido antes que él: que la persona que uno ama al principio no es la persona que uno ama al final, y que el amor no es un fin sino un proceso a través del cual una persona intenta conocer a otra”. (pág. 171), y además consigue llenar su libro de bellos momentos. La emoción de las últimas páginas es intensa y uno, después de unos días de lectura en los que ha penetrado en las claves de toda la vida de otro ser humano, se despide de Stoner con la pena del que deja a un viejo amigo.
Me uno a Rodrigo Fresán: “Repitan y tomen nota en sus cuadernos: Stoner es una obra maestra”.