Stop-desahucios

Por Nakadi
Esta semana como hemos podido escuchar en las noticias, PP y PSOE se han dado cuenta de que es necesario hacer algo ante la ola de desahucios que se están llevando acabo desde hace mucho tiempo en nuestro país, y que supone un grave problema social, económico y psicológico. Quizás nuestro estupor viene en pensar como es que se han acordado tan tarde, pero bueno esto aquí lo dejamos de momento... Yo quería hacer una valoración de los efectos psicológicos que una situación tan difícil y extrema como es un desahucio, provoca en los niños, ese colectivo tan vulnerable del que pocas veces las personas y los gobiernos se acuerdan. Miles y miles de familias sufren durante un proceso como este y habréis escuchado que esta semana se ha hecho mención a los pequeños que forman parte de las familias desahuciadas, cuestión que me ha parecido muy importante y que creo que debemos destacar. Bien, hay varios sentimientos que podríamos mencionar: rabia, tristeza, impotencia, desespero, falta de confianza, sensación de exclusión social, maltrato, rechazo de la sociedad y un largo etcétera. Los padres hacen frente a un gran problema, que los hijos viven y sientes en primera persona. Muchas veces hemos dicho que los niños es importante que se sientan en un hogar protegido y cálido, que se sientan seguros para un correcto desarrollo y un bienestar que garantizará su crecimiento. Los niños que sufren situaciones de desahucio pierden este sentimiento de protección, empeoran su forma de vivir y este les marca psicológica y emocionalmente, con el añadido de que suele ser una ejecución muy agresiva, en la que la situación es dramática. Además de la perspectiva de vida que se crean y de la imagen que pueden llegar a tener de su padre o de su padre, incluso culpándoles por la situación. Como dice Manuel Muñoz, Jefe del departamento de Psicología Clínica de la Universidad Complutense “La vivienda tiene una función psicológica que tiene que ver con tu identidad. Una referencia enorme, donde tienes una red social, incluso cuando el cambio de vivienda es voluntario siempre se produce un estrés importante. Cuando no se tiene a dónde ir, cuando es tu casa la que has perdido, es un momento clave en la vida”. Sólo espero que esto cambie, que de una vez por todas se tenga en cuenta a los pequeños, a su bienestar y equilibrios psicológicos y físicos, a que no tengan que hacer frente a este tipo de situaciones, que desde luego se podrían llevar a cabo de otra forma.
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