Stories We Tell. Sarah Polley, 2012
El que cuenta (y el que no) Después de haberme pasado dos semanas zambullida en la ciénaga del aprendizaje documental, me queda más o menos claro que lo de contar historias desde detrás de una cámara no difiere tanto de lo que uno hace cuando las vuelca sobre una página en blanco, porque en ambos casos se parte de alguien que conoce algo y que lo quiere comunicar a un público. Parece obvio, pero no lo es en absoluto.Muy distinto es querer pasarle una información a un amigo, sentándonos relajadamente a tomar algo con él, de aquel otro momento en que cargados de verdades de las que son tan intensas que podrían abastecer con su iluminación a una avenida entera en plena noche si "salieran a la luz", sin embargo nos reprimimos y las guardamos en nuestro interior, porque preferimos ahorrar.A veces uno cuenta y otras uno calla. A veces uno ignora y otras finge no saber. No siempre se tiene el poder de iluminar al que desconoce algo con lo que uno lleva dentro y decide revelar, pero el hecho mismo de perseguir esa quimera y empeñarse en obtener testimonios de otros que den sentido a las historias que uno mismo se construye, hace que el oficio del cineasta documental tenga sentido (y mucho).En Stories We Tell, Sarah Polley abre las intimidades de su vida y expone a los diferentes miembros de su familia para que se impliquen en la narración de algo que a ella le sucedió y le cambió la perspectiva que tenía de las cosas, para siempre.Con un juego de realidades y ficciones bastante ingenioso y sin duda muy elaborado, construye una suerte de "batalla" entre protagonistas, secundarios y figurantes que insisten en considerarse a sí mismos "portadores" de la auténtica versión de cómo fueron sucediendo los acontecimientos en aquella historia, la de Sarah y la de su madre.Más como ejercicio personal de investigación genealógica que como ficción cinematográfica, Stories We Tell fuerza al espectador a seguir las entrevistas concedidas por cada participante sin tener muy claro hacia dónde van a conducirle, porque una vez revelada esa verdad tan inesperada, poco importa saber quien "se lleva la perra gorda". No al menos fuera del círculo de los Polley y compañía.Nostalgia por las películas en formato Super-8 y un sentimentalismo tristón es lo que se le queda pegado al espectador cuando terminan los 118 minutos que dura Stories We Tell. Eso y una morbosa curiosidad por volver a ver la insufrible Mr. Nobody (Jaco Van Dormael, 2009) en el próximo domingo de lluvia que le pille a una desprevenida.