El jóven de la fotografia se llama Carlos Segovia Pérez, no se menciona la edad pero sí se menciona que acaba de dejar el reclusorio estatal en donde pasó 5 años por el delito de agresión con arma blanca.
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Pero este delito tiene su razón de ser, veamos...
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Hace 5 años Segovia Pérez dejó su natal estado de Tabasco para venir a estas tierras en busca de trabajo y así poder llevar algo de dinero a su familia, su situación es como la de tántos mexicanos que deben migrar a otros lugares e incluso a otras naciones para buscar el pan de cada día.
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Llega a Yucatán en un viaje que en condiciones normales en autobús de primera clase tardaría unas 8.5 horas pero como vino en uno de servicio intermedio o segunda clase debió tardarse de 12 a 14 horas y además con muchas paradas en cada pueblo que ese tipo de servicio atraviesa, el caso es que este jóven llegó cansado, salió de la terminal y sin nadie que lo esperara decide quedarse cerca de esa central camionera acostado en la calle con lo único que traía de posesión, su mochila en donde tenia alguna ropa.
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Pero fué despertado por alguien que lo amenazaba con un cuchillo al cuello, un ladronzuelo como hay tantos en las cercanías de la terminal y que le exigía todo lo que tenía, Segovia Pérez se resistió y empezó un forcejeo entre el jóven y el hamponcete que acabó por recibir una cuchillada con su propio cuchillo (se le había caído en medio de la reyerta), y unos policías (no se sabe si municipales o estatales arrestaron a Segovia Pérez por el delito de agresión con arma blanca.
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El juzgado no tomó en cuenta las circunstancias de la agresión y lo que fué peor, dieron cabida al testimonio del ladroncete que exigía castigo para el jóven por la cuchillada recibida, y sin nadie quien lo defendiera y como entonces la agresión con arma blanca se consideraba delito grave no sólo no le dieron fianza sino que lo metieron a la cárcel por 5 largos años.
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Durante ese tiempo Segovia Pérez sólo tuvo una preocupación, su señora madre que dejó en Tabasco, de cuando en cuando la llamaba por teléfono desde su encierro y debió llorar lágrimas de sangre cada vez que su madre le preguntaba cuándo regresaría, y le respondia que no podía porque tenía mucho trabajo pero que pronto la vería, así se lo llevó ese tiempo.
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Por fin salió, sin un centavo, como todos los ex-carcelados, lo único que quiere es regresar a su casa y reunirse con su madre, sólo eso.
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Da pena este caso, y aquí hay que hacer una acusación firme contra la mal llamada Comisión de Derechos Humanos del Estado de Yucatán (CODHEY), que nó es mas que un apéndice que mama del erario público y que no sirve para nada, nunca se supo que hayan defendido a este jóven al que las circunstancias lo metieron a la cárcel, lo único que Segovia Pérez conoció de Mérida fué la terminal de autobuses y el penal.
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¿En dónde estaba el sentido común en ese momento?, ¿por qué no le exigieron al ladroncete aquél que se sometiera a un careo con Segovia Pérez?, ¿por qué la policía no ahondó en las pesquisas sobre cómo se dieron lo hechos?, ¿y la COHDEY?, bien gracias por preguntar.
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Qué asco de situaciones así, y sobre todo que toda la culpa se la lleva un jóven que su único delito fué haberse defendido de un hijo de puta que intentó robarle sus pocas cosas que por cierto nunca le devolvieron cuando salió de la cárcel, se quedó con lo que traía puesto.
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Fuente e imágen:
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---Diario de Yucatán edición electrónica