El tiempo es un regalo de Dios, y el Señor nos ha asignado una medida del mismo en el cual vivir y cumplir sus propósitos. Solo tenemos dos opciones: gastarlo temporalmente en nuestros propios intereses, o invertirlo para la eternidad. Dado que el tiempo nunca puede ser recuperado o revertido, es esencial que aprovechemos al máximo todas las oportunidades que nos da el Señor.
La clave para invertir en la eternidad, es obedecer el plan de Dios, y no es llenarnos de actividades. Jesús tuvo solo treinta y tres años de vida en la Tierra, pero solamente utilizó los últimos tres para realizar su ministerio mesiánico. Para nosotros, eso parece una pérdida de tiempo, pero Cristo hizo la voluntad del Padre. Fue por eso que pudo decir en la cruz: “Consumado es” (Jn 19.30)
La Biblia asemeja a la vida terrenal a “neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece” (Stg 4.14), pero la vida eterna no tiene fin. Es una tontería gastar la vida en una neblina, cuando usted puede cosechar bendiciones eternas obedeciendo la voluntad de Dios.
Fuentes: En Contacto