Consideremos la siguiente sucesión de números: 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34…
Cada número, a partir del tercero, se obtiene sumando los dos que le preceden.
Esta sucesión es la llamada sucesión de Fibonacci y ésta es la representación gráfica de sus cuadrados:
La espiral logarítmica vinculada a los cuadrados gobierna el crecimiento de muchas formas vegetales (flores y frutos) y animales (conchas de moluscos)…
Y si dividamos dos términos consecutivos de la sucesión, apartir del tercero, nos acercamos cada vez más al número phi, el número áureo:
1 : 1 = 1
2 : 1 = 2
3 : 2 = 1´5
5 : 3 = 1´66666666
8 : 5 = 1´6
13 : 8 = 1´625
21 :13 = 1´6153846…
34 :21 = 1´6190476…
55 :34 = 1´6176471…
89 :55 = 1´6181818…
Y en la proporción áurea se sitúa la percepción de la belleza, aquello que más se aproxime a phi se percibirá como más bello y perfecto. Esta noción de belleza y perfección es aplicable a estructuras arquitectónicas, pinturas, partituras musicales, fractales, proporciones humanas…
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