Tratemos de encontrar las causas de la degradación que sufren desde hace quince meses las Ciudades del Cambio, las gobernadas por Podemos o sus adherencias, con apoyo del PSOE.
Observe usted Madrid, Barcelona, Valencia, Coruña, Santiago, Zaragoza o Cádiz, donde tras la etapa de gobiernos municipales podemitas sus votos cayeron frente a los de otros partidos en las elecciones del 26J. Sólo subieron en Ferrol.
Hay algo que las distingue de épocas anteriores: están más sucias, malolientes, con barrios enteros convertidos en patios de Monipodio con Rinconetes y Cortadillos nacionales y extranjeros dedicados a la delincuencia, aunque de momento pequeña.
Esto ocurre porque, en primer lugar, y de acuerdo con el pensamiento podemita y de sus adherencias, los delincuentes y los vagabundos que se sitúan en lugares vitales para hacer sus fechorías y necesidades, son víctimas de la sociedad.
Igual que los manteros, trileros, bandas de ladrones y carteristas a los que no detienen las policías municipales porque las han reducido o las han privado de autoridad por ser “fuerzas represoras”.
En segundo lugar, hay algo importantísimo y poco estudiado que debe analizarse: para el podemismo la suciedad es un elemento cultural con el que convivir, una expresión de la naturaleza humana a cultivar, un conservacionismo ya experimentado porque muchos dirigentes eligieron vivir en ella.
Nacida de la mentalidad okupa, del tomo y uso lo que deseo sin pagarlo,
Por ejemplo, varios responsables del ayuntamiento de Madrid son okupas que vivieron entre mugre en el Patio Maravillas –Monipodio-- cuya basura explica el antropólogo Lewis Mumford el estudiar las sociedades en las que la suciedad genera su pobreza, y no al revés.
Venir de lugares sucios sin higienizarse crea estas ciudades cada día más nauseabundas, con otro tipo de corrupción, camino de la pobreza.
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SALAS