Título original: Sudor Frío
Año: 2010
Duración: 90 min.
País: Argentina
Director: Adrián García Bogliano
Guión: Adrián García Bogliano, Ramiro García Bogliano, Hernán Moyano
Fotografía: Ernesto Herrera
Reparto: Facundo Espinoza, Marina Glezer, Camila Velasco, Omar Musa, Omar Gioiosa, Noelia Vergini, Daniel de la Vega, Victoria Witemburg, Rolf García, Diego Cremonesi, Gimena Blesa
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¿Hay alguien que se crea que pueden estar desaparecidas 25 cajas de explosivos desde 1975, año de esplendor de la dictadura militar argentina y año de creación de la triple AAA (Alianza Anticomunista Argentina), siniestra organización paramilitar especializada en el caza de gentes de izquierda?, quizás la mayoría pensemos que sí, aunque la pregunta esté mal hecha y tenga que ser ¿en algún otro país que no sea Argentina y, en el descontrol y falta de escrúpulos de la dictadura, pueden desaparecer 25 cajas de dinamita?, no creo que en otro país civilizado esto pueda pasar, pero estamos hablando de una nación que estaba en una casi guerra civil, aunque todo se tapara bajo una capa de normalidad. Si a todo esto añadimos que ese cargamento letal está guardado en un piso ordinario de un barrio ordinario de Buenos Aires, la cosa ya toma tintes cómicos. De hecho de eso se trata, de una gran comedia o mejor dicho, tragicomedia dónde todo está permitido. Hay ciertas cosas que, vistas ya con una cierta perspectiva, es mejor no tomárselas muy en serio y a los personajes, oscuros, deprimentes, depravados y despiadados, herederos de hechos de los cuales cualquier persona normal y bien nacida tendría que sentirse avergonzada de pertenecer a la raza humana, mejor no concederles ni un centímetro de simpatía, aunque no dejen de tener su gracia, cosas del humor negro, eso tan típicamente español.
En esta película las cosas no van por allí, el tema político queda como una anécdota y en un escondido segundo plano, sólo te recuerdan esos hechos tan luctuosos, las caracterizaciones de los actores que representan a los antiguos paramilitares, especialmente uno de ellos, cuya interpretación es lo más parecido a la realidad que te puedas encontrar. Insisto, todo lo expuesto está tamizado por una gruesa capa de humor, sin la cual el solo recuerdo de lo apuntado al principio sería suficiente para abandonar la sala.
Un joven busca a su novia, desaparecida días atrás, bajo la sospecha de que ha tenido algún contacto por Internet con un personaje llamado Rubio. En esta búsqueda le ayuda una amiga, y las pesquisas les conducen a un bloque de apartamentos en un barrio del extrarradio de Buenos Aires. Deciden investigar por su cuenta y se introducen en una vivienda propiedad de dos ancianos, los cuales tienen unas aficiones sumamente extrañas y peligrosas, aunque están a la última, y se ayudan de las nuevas tecnologías para captar a sus jóvenes víctimas, por cierto y como viene siendo habitual, siempre mujeres. Dentro descubrirán todo un submundo más parecido a un infierno que a cualquier otra cosa. Las sorpresas no paran de suceder y es mejor moverse lentamente si no todo puede saltar por los aires, incluso tu cabeza.
Buena película coral argentina de terror, totalmente adornada con un humor de lo más sarcástico sin el cual sería insoportable, no por la falta de calidad, que la tiene y mucha, sino por la sordidez de la historia, verdaderamente cruel y sádica. Tiene unos gags realmente brillantes, destacando entre ellos, el de la respuesta de unos amigos al pedir ayuda nuestro protagonista en una conocidísima red social. Hay que tener en cuenta que es un humor típicamente argentino, irónico y mordaz, aunque de vez en cuando, como pasa en la realidad, pasa a ser un humor de lo más grueso. El guión es magnífico, ya que te hace mantener el interés en todo su metraje, que dicho sea de paso tiene la duración justa. Está muy bien estructurado ya que es una película con bastantes personajes, y la interacción entre ellos es constante. Una cosa a destacar es lo bien que se desenvuelve Adrián García Bogliano en el rodaje en un espacio aparentemente tan pequeño, claustrofóbico y oscuro, a lo cual contribuye, sin duda la excelente fotografía de Ernesto Herrera. Las interpretaciones son muy correctas y verosímiles, destacando entre ellas la del antiguo paramilitar que ahora necesita un andador para desplazarse, totalmente genial, también resaltar las interpretaciones femeninas de las víctimas y un acongojante Rubio. Nombrar también los interesantes ángulos conseguidos por la cámara en el rodaje de algunas escenas. Es técnicamente muy completa.
No estamos muy acostumbrados a ver filmes argentinos de terror, el cine de ese país lo encasillaríamos más en otro tipo de temáticas, más, por así decirlo, sociales. Visto lo visto, tendremos que cambiar el chip y empezar a mirar, como se merecen, las producciones de temática terrorífica que nos lleguen de ese maravilloso país. Desde ahora ya pueden incluirme como uno de sus seguidores, espero que después de verla, vosotros también seáis de mi opinión.
Firma: Josep M. Luzán.