Esta mañana salimos hacia Skansen, el museo de casas al aire libre y que en esta época recobra vida con el mercado de Navidad. Tomamos el tranvía 7 que nos dejaba en la Isla de Djurgarden.
En la misma entrada nos entregaron un folleto con un plano de los sitios más destacados pues es un parque bastante amplio.
En la primera parte nos encontramos con un pueblo típico con casas de madera, una antigua cabina de teléfono y tiendas como la farmacia, la panadería, el zapatero, los artesanos de la plata y el vidrio...
Había personas vestidas a la antigua usanza, mujeres ataviadas con largas faldas y señores tocando instrumentos vestidos también de época.
Visitamos una de las casas que disponía de tres habitaciones, un pequeño dormitorio, un taller de madera y en la estancia central había tres personajes; un hombre afinando un instrumento, y una mujer ataviada con pañuelo y con mandil cuidaba del fuego de la chimenea, otra mujer cosiendo…etc.
Más allá hacia el norte, subiendo por un callejón empedrado seguimos a unas mujeres que se dirigían al mercadillo. A lo lejos se oía música y cuando nos acercamos vimos a la gente que bailaba.
En el mercadillo podías encontrar de todo, desde tejidos de lana como zapatillas, bufandas, jerseys, pellizas, hasta objetos de artesanía. Un poco más adelante se encontraban los puestos de comida con un fuego al aire libre donde la gente se podía sentar a comer.
Vimos una de las iglesias de madera y seguimos por un sendero ya más solitario donde encontramos un pequeño brasero encendido para el que pase por allí se calentara las manos. Y es que el frío acuciaba a pesar del día despejado y con sol.
En una de las casas de madera encontramos madera apilada cortada para los duros inviernos y llegamos seguidamente a otra de las granjas típicas.
Una buena mujer ataviada nos explicaba que en la Navidad se decoraban las casas con motivos navideños y las mesas se decoraban con candelabros y se llenaban de comida con viandas, quesos, pan, frutas y las paredes se colgaban telas pintadas con pasajes de la Biblia.
En un lado había un armario indicando que la casa es de 1788. En la estancia también había una pequeña chimenea y dos camas encajonadas con alegres telas de cuadros rojos y blancos, sillas labradas y con corazones en la madera. En el cobertizo encontramos una rueda de moler y otros detalles.
En Skansen también hay un pequeño zoo, un lugar precioso donde pudimos ver renos, bisontes, jabalíes, osos, lechuzas, caballos de pata corta, linces y de forma libre ardillas por todos lados.
Volviendo nos encontramos con otra de las granjas donde una buena mujer anda ayudando a unos turistas. Junto a la granja vemos una pequeña lechera de aluminio.
La granja era preciosa, vestida con césped en el techo y justo al lado un campanario sin iglesia. Había un lugar para guardar el heno y finalizando un molino antiguo.
Y es que este lugar de Estocolmo nos transportó en el tiempo, a otra época que merecía la pena conocer.