Volvió a sonreír. Siempre que hablaba con él, era como si se metiera en sus pensamientos, y supiera en cada instante el porqué de sus preguntas o el cómo de las respuestas. Entendía y comprendía que la gente lo llamara El Loco, aunque ella sabía que era por otro motivo menos infame que el cartel que le habían puesto.
-Si alguna vez tengo una librería, la dedicaría a los pequeños de la casa. Ellos son los que sueñan sin límites y viven con pasión, no hay nada que pueda con ellos, y es de ellos de quienes tenemos que volver a aprender a vivir. Los libros infantiles podemos leerlos a todas las edades, pero con su inocencia se entienden mejor. Libros de papel es un bonito nombre, señala la esencia de un libro, el comienzo de todo, y la continuación en sus letras... Y como librera, sería un hada para los padres, una princesa de cuento para las niñas y un pirata gracioso para los niños, pero también sería un animal patoso o un color verde manzana. Sería una cuentista y una teatrera. Contaría cuentos, y montaría marionetas. Hablaría el lenguaje de los niños, y ellos comprenderían todo lo que leo, pero también los escucharía y montaríamos historias con sables de madera, globos de colores y un elefante de colores.
Hace unos días hice un pedido en Libros de papel. Elena me envió el pedido junto con un regalito para las Genovevas. Ella es la bondad en persona, cualquier cosa que le preguntes, cualquier duda que te surja, te atiende enseguida. Se apunta a mis locuras, y es una gran amante de Jutta Bauer y Gianni Rodari. Quería escribir un post de agradecimiento por tanta atención, tan buena, tan personalizada; y sólo se me ha ocurrido retomar a dos de mis personajes más queridos de La Ciudad del Viento. Ella es gran amante de los libros y de los niños, como Elena. El Loco es puro amor, como el proyecto de Libros de Papel. Espero que esta historia os haya gustado.