Sostenido en un trineo avanzo a gran velocidad por laderas de nieve que se acercan y alejan. La fuerza del viento me empuja no pudiendo más que agachar la cabeza y ver bajo mis pies mi vida sucediéndose. Una voz grave me alerta de un castigo inminente si no demuestro que no pude cometer una falta. Lo alarmante del caso es que no se me acusa de ninguna falta concreta, sino del hecho de faltar al deber, con lo que no encuentro forma de hallar defensa. Busco en vano la ladera que represente la sanción de la que se me acusa, que no puedo encontrar. Tiendo la mano al viento confiando que éste me llevará hasta el lugar de la inocencia, pero su fuerza, ajena a todo, no hace sino arrastrarme hasta los confines de la última montaña.
Sueño de la Noche del 29 de Julio