“Todos los sueños pueden // ser realidad, si el sueño no se acaba.” Me vinieron a la mente estos versos del poeta Pedro Salinas después de recordar una obra de teatro escrita por Strindberg. En el drama, titulado El sueño, aparece un personaje cuyo mayor deseo es que la vida le conceda una caja de pesca verde. Ya se sabe, una cajita de color verde donde los pescadores guardan la carnada, el hilo y los anzuelos. El tiempo pasa, como pasa la vida, y el hombre va envejeciendo sin que se cumpla su sueño. Ya muy viejo, los dioses se apiadan finalmente de él y le conceden su deseo. Entonces avanza solo, con el tan ambicionado regalo entre sus manos, hacia la parte delantera del escenario. Reina en el teatro un silencio aplastante. Se detiene en el filo del proscenio y ahí permanece un buen rato, con la cabeza gacha, contemplando la caja. A continuación alza los ojos, clava su mirada en el público y dice con profunda tristeza: "No, no era este verde".
¡Pobre personaje del drama de Strindberg! Se quedó sin su caja de pesca verde y sin su sueño. Como suele suceder, se impuso la insalvable distancia entre lo soñado y el resultado de su cumplimiento. En versos del poema arriba mencionado de Pedro Salinas, referidos en su caso al amor, “solo muere // un amor que ha dejado de soñarse // hecho materia y que se busca en tierra.”
Cómo iba a sobrepasar el objeto conseguido la potencia de lo imaginado. Encerrado el primero en el desolado desván del cumplimiento, apenas logra competir con el imaginario y su libertad en el aire. Tal vez por eso nuestros recuerdos favoritos no se remitan casi nunca al momento en que se conquista un sueño. Solemos recordar antes la atmósfera previa, tejida de planes y de expectativas que crean acontecimientos. A eso podría llamársele soñar, que, volviendo al poema de Salinas, “es el modo que el alma // tiene para que nunca se le escape // lo que se escaparía si dejamos // de soñar que es verdad lo que no existe.
Hay, por lo demás, sueños que no se acaban nunca. “No olvides nunca formular tu deseo, Malte”, escribe Rilke en uno de sus libros. “Creo que no se cumplen, pero hay deseos a largo plazo, que duran toda la vida, de modo que no podría esperarse su cumplimiento.”
FUENTE: EL QUINQUÉ. LA PROVINCIA-DIARIO DE LAS PALMAS.