Rondan los 30 años y, aunque choque, ya se plantean su 'jubilación'. No les queda tanto tiempo para la retirada del que ha sido (y todavía es) el gran sueño de su vida. Paco (piloto de F-18), Elisabet (bailarina) e Isaac (gimnasta) piensan en un cambio de tercio a la edad en la que muchos aún están asentándose en sus carreras y buscando su sitio.
Los tres lucharon desde muy jóvenes por dedicarse a profesiones con pocas plazas disponibles, 'trabajos' que sólo alcanzan los mejores que se lo proponen. Pero con una fecha de caducidad marcada a fuego, casi como una condena. Imagine que usted es el perfecto corredor de maratón y que en el kilómetro cinco le obligan a abandonar la carrera. Ellos saben que eso va a pasar. Y por eso planean la retirada desde el principio.
¿Quiere volar en un F-18?
"¿Si el vuelo en caza es exigente? Aquí no encontraréis superhombres. Hay que estar en buenas condiciones aunque el mejor entrenamiento físico, el que más vale, es volar". Capitán Valderas. 32 años. Miembro del Ala 12
Tan clara tenía su opción vital el capitán Valderas (o Paco, como le llama todo el mundo en la base), que sólo pensó en la posibilidad de un Plan B cuando iba a presentarse a las oposiciones para ingresar en el Ejército del Aire. Quería ser piloto de caza y no había contemplado más opciones. Pero había tan pocas oportunidades que era difícil lograrlo. La pasión le venía de familia: su abuelo fue mecánico civil del T6 y su padre, militar destinado a un escuadrón de vigilancia aérea de Sevilla, tuvo que renunciar al vuelo por la vista. Aunque se aproximó cuanto pudo como ingeniero técnico aeronáutico.
Paco, de un pequeño pueblo de Jaén, alcanzó la meta en 2008, cuando por fin llegó destinado al Ala 12 de la base de Torrejón de Ardoz, en Madrid, después de cinco años de infarto en la Academia. Allí un suspenso podía alejarlo definitivamente del cielo. Además, alegrías de la vida, compartía destino junto a su pareja y compañera de promoción, Rocío González, con la que acaba de ser padre de dos mellizas. Como mucho, podrá disfrutar tres años más a los mandos del F-18, una aeronave que detalla con verdadero entusiasmo. El mismo tiempo que le queda a su mujer, la pionera Rocío, la primera piloto militar 'número 1′ de promoción en España.
"El paso crítico es cuando ascendemos a comandante. Ojalá tenga suerte y tarde hasta los 36″, desea Paco sobre su futuro, ya demasiado próximo para lo que le gusta volar ("cuando coges experiencia y consigues por fin relajarte en vuelo, ves lo fantástico que es todo esto"). Y eso que está hablando de una subida en el escalafón. Tocará otro destino y pocas posibilidades de que sea junto a un avión.
En estos años se les ha formado en otras especialidades como oficiales, en su caso controlador aéreo avanzado, función que le llevó dos veces de misión a Afganistán. "Con mucha fortuna, puedes volver a la unidad como comandante. Pero, aún así, tu rol principal ya no va a ser volar. Yo soy una persona muy activa -integra el equipo nacional militar de esgrima, del que fue campeón, y el de triatlón- e intentaré encaminarme por ahí, aunque primará sobre todo mantener la unidad familiar, más ahora con las dos niñas".
Una artista en la cocina:
"Cuando termino la jornada, la Elisabet bailarina se queda aquí, en la sede. Sale la Elisabet normal, la que le gusta la cocina o relajarse en casa. Nada de obsesionarse". Elisabet Biosca. 28 años. Miembro de la Compañía Nacional de Danza.
"Empecé a plantearme la retirada cuando decidí que quería bailar", reconoce Elisabet Biosca, bailarina de contemporáneo de la Compañía Nacional de Danza (CND), natural de Arenys de Mar (Barcelona) y consciente desde el principio de la amenaza que suponen las lesiones o no ser la elegida por los coreógrafos en las audiciones. " Cada día para nosotros es una especie de examen, tú te observas en el espejo y te comparas con los demás. Todas las disciplinas artísticas tienen ese punto de competitividad a veces algo negativa. Nuestra vida activa es muy corta y vas de cero a 100 constantemente", asegura.
Elisabet entró en la compañía joven de la CND en 2010 ("era un sueño desde pequeña, era la mejor compañía, todo el mundo sabía lo buenos que eran"), pudo continuar en la profesional a pesar de los nuevos aires más clásicos que llegaron con el director José Carlos Martínez, que sustituyó al carismático Nacho Duato, y tiene abierta una lista de posibilidades para su retirada entre los 35 y los 40 años, dependiendo de cómo se encuentre físicamente.
Los planes van desde la danza teatro, si se ve con fuerzas ("estamos acostumbrados a bailar cada día con dolor, así que depende de como te retires, si arrastras una lesión que no te deje estar al 100% o puedes superarlo"), o retomar esos estudios de Veterinaria para los que logró plaza cuando hizo Selectividad, por si no entraba en el Conservatorio. O la cocina del restaurante de sus padres, en la que se crió: "Si es que mi madre se puso de parto de mí haciendo canelones... Cocinar me encanta y me relaja al final del día. Cuando salía del cole, bajaba corriendo para hacer croquetas con mi padre".
'La gimnasia me lo ha dado todo':
"Las lesiones son bastante duras y cuesta más ponerse en marcha. Tengo tres operaciones de hombro y seguramente me tenga que operar de la espalda. Pero intentaré sacar fuerzas para llegar a Río". Isaac Botella. 31 años. Componente del equipo nacional de gimnasia.
Isaac Botella, de 31 recién cumplidos (cuando le grabamos aún presumía de 30), es de Elche, miembro de la selección española de gimnasia artística y ha estado en dos Juegos Olímpicos (Pekín 2008 y Londres 2011, como bien claro dejan los aros tatuados en sus gemelos), ocho mundiales y siete europeos. Su meta es despedirse en Río 2016, aunque la hernia en la vértebra L5, que le trae de cabeza ("parezco una abuela, me levanto por la mañana y me tengo que tomar tres o cuatro pastillas", bromea), y la posible operación de columna le recuerdan cada día que será muy complicado. Y que las fuerzas no son las mismas.
"A mí me cuesta ponerme en marcha más que a un tío de 20 años, me falta ese puntito. Además de que me duele todo, pero la experiencia me da un saber estar", explica. " El nervio es una cosa que en gimnasia cuesta mucho conseguir y te lo da la veteranía. Se trata de hacer el mejor ejercicio en ese momento, y te juegas cuatro años de tu vida en un minuto, o incluso en seis segundos si estás compitiendo en suelo", examina sobre sus propios pros y contras y, por cierto, sobre su ejercicio favorito, aunque no sea el que le haya llevado a más finales.
Entre entrenamiento y entrenamiento en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid, en Ciudad Universitaria, Isaac imparte clases extraescolares en el colegio privado San Patricio desde hace cinco años. La enseñanza se ha revelado como su nueva gran pasión: "Me encanta enseñar, ver que los niños cada día aprenden más", cuenta con entusiasmo. Será su siguiente objetivo después de Río: "Quiero montar mi propio gimnasio, mi club o trabajar para otros y seguir transmitiendo todo lo que he aprendido en mi vida".
Jóvenes en edad de jubilación:
Paco (piloto de F-18), Elisabet (bailarina) e Isaac (gimnasta) piensan en un cambio de tercio a la edad en la que muchos aún están asentándose en sus carreras. Los tres lucharon desde muy jóvenes por dedicarse a profesiones con pocas plazas disponibles, 'trabajos' que sólo alcanzan los mejores que se lo proponen. Pero con una fecha de caducidad marcada a fuego.
Sobre todo los valores de disciplina, respeto y compañerismo que enumera con mucho cariño. Su aventura empezó cuando a los ocho años vio dar un mortal a un niño en el colegio. "Todo lo que tengo se lo debo a la gimnasia", asegura sin atisbo de duda. "Tengo tres operaciones de hombro, seguramente me tengan que operar de espalda, pero ha valido la pena. Las finales, un campeonato del mundo o estar en un pasillo de los Juegos Olímpicos... La gente mata por estar ahí y no lo consigue. No veo que para mí haya sido ningún sacrificio ".
Opiniones que comparten Elisabet ("he vivido presión y agobio, pero me he reído, he aprendido mucho, he viajado... los aplausos compensan cualquier llorera ") y Paco ("No recuerdo que alguna vez haya deseado otra profesión. Mi golpe emocional más fuerte fue cuando abracé a mi padre después de la entrega de despacho de teniente, exploté y me pegué llorando 10 o 15 minutos"). Se saben privilegiados, son los elegidos, aunque su retirada vaya a llegar demasiado pronto.
Fuente: VIRGINIA HERNÁNDEZ.
C. Marco