Siempre tuve un gran interés por las ciencias ocultas y esas cosas, la verdad me gustaba leer viejos libros que encontraba dentro de un pequeño cofre arrumabando en el sotáno de la vieja casa donde vivía con mis padres.
Empecé solamente leyendólos y entre más y más leía mi afición se volvía cada vez más grande. ¡Era sorprendente! pues, a un niño de tan sólo 12 años no era tan común ver leer.
Era tan llamativo, que se volvio mi adicción. Cuando tuve la edad suficiente para poder trabajar usaba la mayor parte de mi dinero en comprar objetos de esoteria. Velas, listones, hierbas y montón de cosas más. Comencé realizando pequeños “trabajos” que como siempre era sólo por entretenimiento. Al poco tiempo compré una baraja española y con la ayuda de esos libros empecé por interpretar cada carta para una tirada exacta.
Los primeros en hacerles una lectura fueron mis amigos. Quienes quedaban anonadados tan semejante exactitud que me escuchaban decir. Y por más descabellado que paresca jamás cobre algo por ello.
Mi amigo Juan era un tipo incrédulo, el no creía en estas cosas. Nunca logré convecerlo de hacerle creer que todo esto es real. Al menos por mí.
Juan salía con una hermosa mujer, de cabellera larga, ojos como dos soles, brillantes y hermosas. Su sonrisa era como la de un mismísimo ángel. Pero su fortuna fue tán rapida como cuando una estrella fugaz se tratase. Ella lamentablemente falleció en un accidente automovilístico. Su dolor fue tan desgarrador que a pesar del tan poco tiempo que paso con ella, su amor había crecido tanto que era tan dificíl para él creer lo que había sucecido.
La verdad no quiero alargar tanto esta historia e iré directamente al grano.
Juan no podía superar esta tan fatidica noticia, que en su mayor momento de desesperación acudió como ultimo recurso a mí para poderle ayudar.
Pues su dolor era tan inmenso que ni siquiera la psicologia, la religión o la familia y amigos podía apacigüarlo.
El ya había oído hablar que yo podía hablar con los muertos a través de los sueños. Pero como dije antes él era incredúlo pero termino por recurrir a mi.