Soñé con un camino selvático que atravesaba de norte a sur mi cuerpo. Una lluvia de hojas caía del cielo. La luz me cegaba y apenas sí podía entrever lo que pasaba a mi alrededor. Caminaba de la mano de un mono. La carretera iba hacia el mar, pero había tantas montañas que no se podía adelantar un final. Mi mochila se iba vaciando por el camino, y lo que caía al piso era olvivado. En un paraje desierto veía una choza abandonada. Entraba en ella y estaba prendida la estufa y la mesa servida. Me encerraba allí...