Errata Naturae ha recopilado los sueños que Kafka describió en sus cartas y en sus diarios y casi todos contienen el germen de su literatura: donde se dan la mano el absurdo y la paranoia. Inception ha reavivado mi interés por lo onírico. De estos sueños kafkianos dejo aquí tres muestras:
El cansancio no me ha dejado escribir, he estado tumbado en el canapé con la habitación alternativamente fría y caliente, me dolían las piernas y he tenido unos sueños repugnantes. Había un perro tumbado sobre mi cuerpo, una de sus patas junto a mi cara, eso me ha despertado, pero durante unos instantes he sentido un miedo horrible de abrir los ojos y ver al perro.
***
Esta mañana he vuelto a soñar contigo. Estábamos sentados el uno al lado del otro y tú me apartabas sin brusquedad, amable. Yo me sentía muy desgraciado. No porque me hubieras apartado, sino por mí mismo, porque te trataba como si fueras una mujer cualquiera, una mujer silenciosa, sin percibir la voz que hablaba en ti, una voz que me hablaba precisamente a mí. O quizás no es que no lo percibiera, sino que no podía contestar. Me marchaba aún más infeliz que en el otro sueño.
***
Anoche asesiné por ti: un sueño absurdo, una noche pésima, pésima. No recuerdo prácticamente nada… Durante una conversación que ya no recuerdo, pero que implícitamente apuntaba a que cierta persona era incapaz de llevar a cabo cierta gestión, alguien, un pariente, decía con ironía: “Bueno, entonces tal vez Milena”. En ese momento yo lo mataba, aunque no sé cómo. Regresaba a casa muy alterado, mi madre me perseguía corriendo de un lado a otro, también entonces teníamos una conversación parecida: finalmente, yo gritaba encolerizado: “Si alguien habla mal de Milena, aunque sea mi padre, lo mataré o me mataré”. Luego me despertaba, aunque lo cierto es que aquello no había sido lo que se entiende por dormir ni lo que se entiende por despertar.
[Traducción de Iván de los Ríos]