Sueños olvidados - Leonor de Recondo

Publicado el 17 marzo 2016 por Rusta @RustaDevoradora

Edición:Minúscula, 2015 (trad. Palmira Feixas)Páginas:174ISBN:9788494353963Precio:16,50 €
Hay libros que parecen estar escritos desde las entrañas, desde una concepción profunda de la intimidad. Libros que pueden comprender muchos lugares, personajes y acciones, pero que al leerlos uno tiene la sensación de no haberse movido de ese espacio privado, de la vida interior, de lo esencial, que se edifica como el verdadero universo de la obra. La francesa Leonor de Recondo(1976), violinista y autora de cuatro novelas, sabe crear estos espacios de intimidad, que son más una evocación sutil de emociones, del estado interior de uno o varios personajes, que una trama propiamente dicha. Sueños olvidados (2012), su segundo libro, se inspira en las vivencias de sus antepasados: exiliados de la guerra civil española que se instalaron en el sur de Francia, primero en casa de una amiga en Hendaya y más tarde en una granja de las Landas. La obra, que sigue los pasos de una familia vasca acomodada —se llama a los padres Aita y Ama, papá y mamá—, comienza en 1936, cuando todos abandonan Irún, y termina en 1949; más de una década en la que los niños han crecido como franceses y los adultos han aprendido a resignarse.El libro se compone de fragmentos muy breves, de apenas una o dos páginas, escritos en presente, un rasgo que acrecienta la impresión de inmediatez, de leer cada pasaje como un latido. Se alterna la narración en tercera persona centrada en los distintos miembros de la familia con un diario escrito por Ama, en el que vuelca sus temores, sus preguntas sin respuesta por el sinsentido que está viviendo —la misma estructura que Pietra viva (2013), su tercera publicación, cambiando el diario por las cartas—. La historia avanza con mucha fluidez, sin que los dos registros se solapen. El estilo exige una lectura más cercana a la de la poesía que a la de la novela: íntimo, sobrio, de frases cortas y elegantes, que fluye como una cadencia —buena parte del mérito lo tiene la excelente traducción de Palmira Feixas—. Adopta un tono nostálgico y amable, con un léxico en el que abundan palabras sobre las emociones, que por momentos «endulzan» más de la cuenta (se repiten bastante términos como «alma» o «corazón», por ejemplo) —en este sentido, hay que decir que se nota una evolución en Pietra viva, más comedida e ingeniosa en su proyección—. En cualquier caso, De Recondo tiene un pulso feroz para marcar el ritmo, por lo que subyuga al lector desde las primeras líneas y de ahí ya no lo suelta hasta el final.Como en sus otras novelas, De Recondo se centra en una situación histórica concreta. No obstante, considerar Sueños olvidadosun libro sobre el exilio de españoles no sería del todo exacto, puesto que más bien se trata de una evocación, una semblanza de cómo una familia se acostumbra a vivir en una tierra extranjera; de modo que, a pesar de la importancia del contexto, es posible reconocer en el tema experiencias que van más allá de este marco delimitado. De hecho, el planteamiento guarda similitudes con Pietra viva, en la que se traslada al Renacimiento para seguir los pasos de un Michelangelo Buonarroti melancólico y perdido: los personajes atraviesan fases de extrañamiento, de búsqueda de sí mismos después de sufrir una pérdida. Sueños olvidados muestra la degradación que el matrimonio padece por la guerra: la transición de tener una posición estable, respetada —se mencionan las joyas preciosas de Ama—, a verse obligado a huir con lo puesto y a depender de la bondad de los demás para encontrar trabajo y cobijo. Lo que parecía seguro deja de serlo, y nadie puede comprender el porqué. Se percibe la frustración, la inseguridad, el miedo.

Leonor de Recondo

A medida que la familia se asienta en Francia, se va viendo el proceso de adaptación a otro lugar (de la ciudad a la granja) y a otra cultura (los niños comienzan a comunicarse en una lengua diferente a la de sus padres). No solo se adaptan a su nuevo hábitat, sino que pasan de verlo como una estancia temporal, hasta que amaine el temporal en España, a asumir que su vida ahora está en Francia, que quizá no volverán jamás. A lo largo de esta experiencia, resulta subrayable que la autora vincule cada personaje a un arte, como si la práctica de ese arte se convirtiera en su refugio, su zona de confort ante la adversidad: el padre es artesano, antes dirigía una fábrica de artesanía y ahora retoma la actividad para sí mismo; el hijo pequeño dibuja; la madre escribe en su diario, aunque nunca antes había escrito, el diario deviene el símbolo de la fatalidad de la familia y a la vez de todo aquello que los ha unido, del amor, el dolor, el sacrificio para salir adelante. De esto va Sueños olvidados: de una familia que sufre un infortunio y se recompone poco a poco, aferrándose al apego por los suyos y a los espacios propios que cada personaje encuentra para sí mismo. Y si esto se cuenta con la voz pulcra de esta autora, la turbación, el desasosiego y la ternuraestán asegurados.