Hay libros que parecen estar escritos desde las entrañas, desde una concepción profunda de la intimidad. Libros que pueden comprender muchos lugares, personajes y acciones, pero que al leerlos uno tiene la sensación de no haberse movido de ese espacio privado, de la vida interior, de lo esencial, que se edifica como el verdadero universo de la obra. La francesa Leonor de Recondo(1976), violinista y autora de cuatro novelas, sabe crear estos espacios de intimidad, que son más una evocación sutil de emociones, del estado interior de uno o varios personajes, que una trama propiamente dicha. Sueños olvidados (2012), su segundo libro, se inspira en las vivencias de sus antepasados: exiliados de la guerra civil española que se instalaron en el sur de Francia, primero en casa de una amiga en Hendaya y más tarde en una granja de las Landas. La obra, que sigue los pasos de una familia vasca acomodada —se llama a los padres Aita y Ama, papá y mamá—, comienza en 1936, cuando todos abandonan Irún, y termina en 1949; más de una década en la que los niños han crecido como franceses y los adultos han aprendido a resignarse.
Leonor de Recondo
A medida que la familia se asienta en Francia, se va viendo el proceso de adaptación a otro lugar (de la ciudad a la granja) y a otra cultura (los niños comienzan a comunicarse en una lengua diferente a la de sus padres). No solo se adaptan a su nuevo hábitat, sino que pasan de verlo como una estancia temporal, hasta que amaine el temporal en España, a asumir que su vida ahora está en Francia, que quizá no volverán jamás. A lo largo de esta experiencia, resulta subrayable que la autora vincule cada personaje a un arte, como si la práctica de ese arte se convirtiera en su refugio, su zona de confort ante la adversidad: el padre es artesano, antes dirigía una fábrica de artesanía y ahora retoma la actividad para sí mismo; el hijo pequeño dibuja; la madre escribe en su diario, aunque nunca antes había escrito, el diario deviene el símbolo de la fatalidad de la familia y a la vez de todo aquello que los ha unido, del amor, el dolor, el sacrificio para salir adelante. De esto va Sueños olvidados: de una familia que sufre un infortunio y se recompone poco a poco, aferrándose al apego por los suyos y a los espacios propios que cada personaje encuentra para sí mismo. Y si esto se cuenta con la voz pulcra de esta autora, la turbación, el desasosiego y la ternuraestán asegurados.