Es tradición en nuestra cultura occidental empezar el Año Nuevo con una lista de buenos propósitos a cumplir en los siguientes 365 días. Algunos de esos propósitos son verdaderos sueños que, a fuerza de desearlos, la vida un buen día te los pone delante. Esta es la historia de uno de esos sueños viajeros, el de nuestra reciente nueva inshaler Ruth.
Viajar a las antípodas nunca estuvo dentro de mis objetivos viajeros, no porque pensase que carecía de interés, sino porque me resultaba demasiado remoto e inaccesible.
Pero de repente, un viaje con amigos me llevó a Nueva Zelanda, y de allí a Tonga…
Sueños viajeros que se hacen realidad… ¿Cuáles tienes tú? #QuieroViajarEl reino de Tonga es un grupo de 176 islas integrado en la Polinesia, de las que 36 están habitadas. Situada a 2.000 km al norte de Nueva Zelanda, menos conocida que sus vecinas Fidji, Samoa, Tahití y las Islas Cook entre otras, de las que tanto hemos oído hablar en grandes relatos de viajes sobre los mares del Sur. Tonga podría ser conocida por muchas peculiaridades, entre ellas, ser la única nación de Polinesia que no ha sido colonizada, la tierra donde nace el tiempo (es la primera nación del Pacífico en saludar el día) o el lugar de origen de la vainilla.
Pero para mi, Tonga, desde hace tiempo, era especial por ser el enclave privilegiado que cada año acoge, entre junio y octubre, a las ballenas jorobadas, especialmente hembras con sus crías, y donde aún existe la posibilidad de contemplarlas desde el agua. Estando en Nueva Zelanda era un oportunidad única como para dejarla escapar…
Ballena Jorobada
Autor: Whit Welles CC BY 3.0, via Wikimedia Commons
Tonga está compuesto por tres grupos de islas: el grupo de islas de Tongatapu (nombre que recibe de la isla principal), el grupo de las Ha’apai y el grupo de las islas Vava’u. Aunque en todas ellas es posible tener avistamientos, es en este último donde la posibilidad es mayor. Así que desde Tongatapu capital conectamos con un vuelo de Real Tonga para llegar a Vava’u. Allí varias agencias operan para llevarte al encuentro. Pero no penséis en aglomeraciones. Tonga, afortunadamente, no es todavía un destino turístico preferente.
El mismo día que llegamos a Vava’u nos recogieron para ir en busca de las ballenas. Con un equipo ligero de buceo (snorkel) y un traje de neopreno (aunque sea el trópico, el agua no sube de 24ºC) estábamos preparados. Acompañados de un guía, que es el primero que entra en el agua para controlar que todo está bien, vamos hacia el encuentro más esperado…
Al principio, impresiona. Están a poca profundidad y, de hecho, puedes ver a la madre amamantando a la cría a escasos 15 ó 20 metros por debajo de ti. Sin ser de los cetáceos más grandes, su tamaño es sobrecogedor, y uno se siente pequeño y vulnerable a su lado.
La cría necesita salir a respirar con más frecuencia que la madre, y como todos los cachorros, su curiosidad es mayor y se acerca para curiosear.
Es un momento mágico, te mira, se acerca, siempre confiado. Otras veces sube acompañada por la madre y puedes disfrutar de doble espectáculo. Es imposible describir lo que se siente…
Lo único que pensé… “a veces los sueños se hacen realidad…”
Y este era mi sueño…
Ruth