Mujer, astro ingrávido blanco del cielo.
Te pisé y mis zapatos se llenaron de grandeza
Me encumbré inquieta como monstruo gigantesco
Delirante, llameante y frenética como loco(motora).
Con el rostro ardiente ceñido sin medida.
Extraña hermosura de infancia.
Monstruo terrenal manso cordero.
Dondequiera que poses tus ojos
Dondequiera que pisen tus pies
Dondequiera que toquen tus manos
Se entregan crujientes las lágrimas
Has llorado dislocada, casi perversa
Aturdida con la esencia de la naturaleza
Confundiendo los besos con el viento
Confundiendo la sombra del sauce con una noche negra.
Convertida en hielo en medio de tanto fuego.
Sin espada, sin armadura avanzas firme e insolente
Lanzando piedras victoriosa
Gozando de la vida o de la suerte.