

Hoy sugerimos:
▶ Parrotfish, de Ellen Wittlinger▶ Sin ilustraciones.
▶ 10 de Julio de 2011 · Simon & Schuster · 304pp
▶ Sinopsis: "La semana pasada me corté el pelo, me compré ropa y zapatillas de chico, me até una venda alrededor de mi pecho y empecé a usar mi nuevo nombre". Angela Katz-McNair nunca se ha sentido del todo bien siendo una niña. Lleva así toda su vida, hasta que un día decide convertirse en Grady, el chico que vive en su interior. Grady comienza a conocer su transexualidad y a enseñárselas a los demás, pero tal vez no está preparado para la reacción de aquellos que lo rodean. Su madre se siente mal por su decisión, su hermana menor lo mortifica, y su mejor amiga, Eve, dejará de hablarle en público, por lo que puedan pensar sus amigos. ¿Por qué la gente no puede simplemente dejar a Grady ser él mismo?
Si de algo estoy realmente orgulloso es de mi sensibilidad con el colectivo LGTB. En serio, estoy realmente satisfecho de mí mismo por ello. Desde que tengo uso de razón he leído libros sobre sexualidad, sobre teorías del género y sobre los roles sociales. Cuando era pequeño, enseñaba a mis amigos las diferencias entre heterosexualidad, homosexualidad, bisexualidad y, por supuesto, sobre la delicada y a la vez interesante, transexualidad. Me he explayado durante horas con lo que implica la transexualidad con amigos, conocidos y familia. Hasta lo hice aquí, en este rincón nuestro, cuando una supuesta defensora de derechos LGTB me insultó llamándome “transfóbico” (sólo por decirle que el travestismo no está vinculado con la transexualidad). Puedo decir con voz muy alta que me siento orgulloso de la labor que he llevado a cabo en mi vida personal para hacer de este mundo un lugar mejor, más justo, donde quepamos todos sin prejuicios.
Eso es lo que nos quiere enseñar Grady, el protagonista de esta no tan típica novela juvenil, quien un día se cansa de ser Angela, la hija mayor de los Katz-McNair, la chica algo rara que todo el mundo piensa que es lesbiana. Un día dice: “Se acabó la farsa, no soy lesbiana, no soy una chica. Soy un hombre. Sólo soy un chico encerrado en el cuerpo equivocado y quiero salir de esta jaula. Quiero vivir, ser yo mismo”. Pero querer ser tú mismo puede traerte consecuencias, y no todo el mundo está preparado para enfrentarlas. Cuando Grady anuncia su decisión de empezar su nueva vida como chico en el colegio, en la casa y delante de cualquiera, sus padres (en especial su madre) no parecen cogerlo demasiado bien. La sorpresa cae inesperadamente sobre sus cabezas, aunque siempre habían sospechado algo en su interior. Laura, la hermana pequeña de Grady, no se queda atrás, y lo acosa con su dedo acusador, culpándolo a él de que la empiecen a llamar friki en el instituto. Y sin ir más lejos, su amiga de la infancia, la dulce Eve, le da la espalda y pretende seguir siendo su amiga “a escondidas” de los demás, quitándole el habla durante las clases y renegando de conocerlo.
Grady nos cuenta en primera persona su nueva vida, después de su “presentación en sociedad” y el lector se enfrenta a una realidad habitualmente desconocida, con un pase privado a los pensamientos más profundos de este protagonista tan peculiar. Me encantaron las escenas en las que Grady se pregunta qué es lo que hace a un hombre ser un hombre, y por qué vivimos atados a unos roles preestablecidos. El football, los coches, las motos, ser bruto y egoísta son cualidades relacionadas con el sexo masculino en casi todas partes, pero Grady no se siente a gusto con ninguna de ellas, y sin embargo, se siente más hombre que ninguno. ¿Qué es lo que nos hace hombres?
La respuesta la vamos viendo en el transcurso de la novela. Grady lucha por su identidad, sabe quién es, nadie puede hacerle cambiar de parecer. Tiene una personalidad fuerte, aunque es frágil, más frágil que un pájaro (cualquier palabra mal dicha, lo hace tambalear) pero nunca deja de ser quién es realmente. En cambio, tenemos a su amiga Eve, una chica totalmente manipulada por Danya, la matona del instituto. Ella no tiene personalidad, se deja gobernar, hace cosas horribles sólo por ser “aceptada” por el grupo. Esos dos personajes enseñan muchísimo al lector, sobre todo al lector joven, porque nos muestra como la gran mayoría aplaude el comportamiento cobarde de Eve, pero en cambio, hunden la heroica actuación de Grady, por considerarla “fuera de lo normal”.
Ay, la normalidad… ¿Qué será esa tal normalidad? ¿La que dicta el más fuerte, tal vez? ¿El grupo hace la normalidad? Lo que sé es que Parrotfish nos transporta a un mundo de descubrimiento; nosotros descubriremos la transexualidad (el comienzo de esta, la llamada de atención del cerebro a ese individuo que está torturándose innecesariamente) y Grady descubrirá el camino por el que debe andar hasta su felicidad.
Lamentablemente, aunque esta novela es genial para educar a los jóvenes, creo que la autora podría haber dado mucho más de sí. Grady es un chico transexual que nos cuenta más bien poco sobre su proceso. Ellen Wittlinger prefiere tirar del tópico juvenil y tratar la transexualidad muy por encima, sin profundizar en ningún detalle. A veces encontré que la novela podía ser previsible (he leído muchas novelas juveniles y ya me las veo venir desde lejos) y también rayaba en lo “idealista”. No es que Grady no pueda ser feliz, pero la manera en la que la situación cedía para que su comodidad creciera, era tan utópica que costaba creer. Tampoco sabemos demasiado sobre sus motivaciones. A veces sentí que le bastaba con vestirse con ropas de chico (algo muy importante, porque está vistiéndose con la ropa con la que se siente identificado como hombre), pero que no tenía nada claro lo del tratamiento hormonal; tampoco parecía tener mayores problemas con nada más. Es que no se nombra mucho más en la historia. Ese es el gran fallo de este libro, que no profundiza sobre los problemas que trae ser transexual, ya no con la gente, sino con uno mismo, con su día a día. Podría decirse que, al final, para alguien a quien le gusta el tema, sabe a “poco”.
Por eso, y por mucho más que no voy a contar, Parrotfish es una gran sugerencia editorial a la que, me encantaría, prestaran su merecida atención. Yo como lector la he disfrutado, y creo que otros también podrían hacerlo. ¿Vosotros qué opináis?
Datos a tener en cuenta:
-No existe ninguna novela (ni juvenil ni adulta) traducida al español que trate sobre la transexualidad masculina.
-Debería existir una novela juvenil en español que hablara sobre este tema.
-Introduce al lector joven en una realidad desconocida y por la cual pasan muchas personas.
-Es divertida, de prosa elegante y adictiva.
-Causa empatía en el lector, por contar con unos personajes tiernos y auténticos.
-Ha sido finalista en varios premios literarios juveniles del mundo anglosajón.
Estudiante de letras y otaku apasionado. A parte de leer, jugar a videojuegos y ver películas, adora estudiar y enseñar japonés. Administra Mientras Lees desde hace dos años y su sueño es convertirse en librero. Podéis encontrarlo en su bitácora personal.