Iniciamos un estudio con precedentes, un estudio especial sobre el suicidio, sobre como reacciona la gente ante un suicidio.
Sin moverse de las redes sociales nos pusimos manos a la obra, un equipo de cinco personas comenzó a formar un suicidio falso de una única persona.
El suicidio ficticio se creó de la siguiente manera: a través de estados temporales una persona subía fotografías de su suicidio paso a paso.
La primera fotografía mostraba una gran montaña escarpada adornada con la frase ¨Voy a subir a hacerlo una vez por todas¨. Las siguientes imágenes fueron una serie de fotografías de el mismo hombre ascendiendo en la montaña, mostrando imágenes vertiginosas, donde se mostraba la montaña desde un punto de visto cada vez más alto, acompañado de palabras que apuntaban a a que la persona quería suicidarse. La ultima imagen mostraba un enorme precipicio acompañado de la frase ¨Me voy a tirar¨.
Ahí la persona dejó de publicar, más de doscientas personas pudieron ver esa serie de fotografías, las reacciones no surgieron. Fue entonces cuando algunos compañeros (cómplices de investigación) del supuesto suicida preguntaron a las personas que qué podría haber ocurrido, las personas actuaron con gran indiferencia o dijeron apenarse por el suicidio.
A la hora, una nueva imagen fue subida afirmando que todo era un montaje, tras un segundo análisis de comportamiento a las personas que habían seguido el experimento sin saber de él los resultados fueron bastante sorprendentes, las personas que habían permanecido indiferentes corrieron a dejar nota de su ¨gran enfado¨ por las redes, mientras la mayoría de los que se habían asustado o apenado no dejaron acta escrita en las redes, pero al preguntar muchos estaban agradecidos de que nada hubiera pasado o algo molestos por ¨la broma¨.
No obstante la gente que más indiferente fue ante el acontecimiento fue también la que más violencia mostró a la hora de quejarse de lo sucedido, montando incluso una pequeña ¨campaña de desprestigio¨ para humillar al supuesto suicida.
Este estudio pretendió, en un origen, concienciar a las personas sobre el suicidio, cualquier persona podría tener depresión, cualquier persona podría tener malestar, cualquiera podría flaquear en cierta etapa de su vida y pensar o incluso llevar a cabo el suicidio, y está en manos de todos el poder ayudarlas. No obstante el resultado de este estudio ha sido el siguiente:
1 – Las personas concienciadas han quedado igualmente concienciadas, es decir, no ha habido cambios.
2 – Las personas no concienciadas, en una baja proporción (1%) han quedado concienciadas.
3 – El 92,3% de las personas fueron indiferentes.
4 – De las personas indiferentes un 27 % reaccionaron de manera violenta al saber que todo había sido un estudio.
5 – Un 8% de las personas indiferentes que actuaron de forma violenta montaron una pequeña campaña de desprestigio para intentar dañar al supuesto suicida por su estudio ¨De mal gusto¨
6 – Solo una única persona recapacitó tras comportarse de una manera violenta y admitió que había sentido indiferencia al saber el suicidio de aquella persona.
7 – De las personas que actuaron de forma indiferente y luego violenta, un 13% había escrito en sus redes sociales palabras amorosas al suicida, afirmando ser sus amigos y afirmando estar muy entristecidos por la pérdida; La realidad es que ninguno de ellos conocía ni había hablado nunca con el susodicho.
En definitiva, este estudio nos hace pensar que el morbo de Internet es más poderoso que cualquier otra fuerza, que las personas les gusta más decir que ayudan o se entristece que realmente formar parte activa de la ayuda.
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