'Ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos'... El sabio dicho popular se cumple una vez más y en esta ocasión con tres ingredientes 'malditos' que las marcas del cabello parecen rehuir.
- Sulfatos: pertenecen a la familia de los surfactantes, su labor en el champú es limpiar y generar espuma. Al entrar en contacto con el agua forman unas micelas que son las encargadas de arrastrar la suciedad del cabello. En caso de no haber sulfatos, es necesario sustituirlos por otro agente limpiador.
Se huye de ellos porque: creen que irritan el cuero cabelludo. Salvando alergias, deberían usarse cantidades ingentes de ellos varias veces por día para que esto sucediese.
- Siliconas: las siliconas cubren el cabello para que este luzca más brillante y pulido. El cabello tratado con siliconas tiene un aspecto más sano y brillante, y presenta menor daño de la fibra capilar.
Se huye de ellas porque: las siliconas usadas para el cabello se originaron en los países nórdicos, por entonces, apelmazaba los cabellos y los chafaba. Las que existían por aquel entonces no eran adecuadas para los cabellos finos ni rubios. Después de veinte años ya no producen ese efecto porque se han perfeccionado mucho.
- Parabenos: son unos conservantes muy eficaces que aseguran que no se formen bacterias, moho u hongos, que no son peligrosos ni cosméticamente ni para el cuidado personal. Un ejemplo claro es que ciertos tipos de fruta generan parebenos naturales en su capa externa para evitar su deterioro. Aportan la seguridad de que el producto se mantendrá en buenas condiciones.
Se huye de ellos porque: la sociedad tiene aversión a la palabra 'conservante'. Sin ellos, no podríamos consumir la gran mayoría de productos que consumimos. No todos son iguales, ni dañinos. Los champús que no usan parabenos usarán otro conservante en su lugar con otro nombre.
Un apunte: natural no es sinónimo de bueno, ni químico lo es de malo. La cicuta es un veneno natural, por ejemplo.