Buenas tardes, amigos. De nuevo os traigo una historia para los que realmente leéis todo lo que escribo en nuestro espacio, para vosotros los mayores. Suelo hacerlo tras las vacaciones de verano y Navidad, como bien sabéis. En vacaciones tengo más tiempo de tranquilidad y de pensar en estos temas relacionados con la escritura que tanto me gustan. Sobre todo de pensar en vosotros que, en realidad, sois mi motor y mi incentivo. Si yo supiese que no os gusta lo que escribo, inmediatamente dejaría de hacerlo, No me gusta escribir para mí, únicamente por el placer de escribir. Me gusta escribir para que alguien lo lea y experimente sensaciones. Cada uno las suyas, porque lo que se lee no siempre provoca las mismas en todos. Muchas veces me dicen: si es tan difícil que una editorial te publique tu trabajo (porque realmente es muy difícil encontrar la editorial que se interese por lo que haces y, sobre todo, en cuyas colecciones de su oferta editorial tenga cabida lo que escribes), por qué no te auto publicas que seguro te irá bien…Y yo les digo que no me interesa publicar por publicar; me interesa que a alguien le guste lo que escribo y se decida a apostar por mí. En este caso es lo mismo: me interesa vuestro interés. Sé que lo tengo porque las entradas en el blog suben exponencialmente. El mes de agosto batimos el record de visitas, llegando a las 1916 (el mes anterior, julio, fueron 1565 y ya el record anterior databa de septiembre del año pasado con 1151); eso es gracias a todos vosotros que os sentís cómodos aquí, tras vuestra pantalla. Por ello sigo escribiendo para vosotros.
Este relato llega un día tarde del que quería. Ayer me fue imposible publicarlo. Ayer, día 12 de septiembre, hubiese sido un buen día para hacerlo…Dedicado a todos vosotros esta historia de fantasía y embrujo que tiene mucho que ver con por donde estuve este verano y con quienes disfruté unas horas maravillosas. Gracias a ellas y a él.Espero lo disfrutéis y, si alguno ve que he utilizado no adecuadamente algún término relativo al Islam y sus gentes que, por favor, me lo diga y hago las modificaciones adecuadas en el relato para que sea lo más completo posible y sea “nuestro relato”.Amigos, no dejéis de soñar y de ser felices nunca. Buenas tardes. José Ramón.
Las seis de la tarde y el Sol empezaba a despedirse. La sombra del muro con su campana se alargaba sobre el pequeño patio superior de la antigua Torre del Homenaje que en momento de esta historia se usaba para otros fines. Hacia ella se dirigía, Kamil. Llegaba tarde y corría que se las pelaba, de estancia en estancia, cruzando jardines y subiendo y bajando escaleras, algunas…casi todas, demasiado empinadas para su gusto. El Sol había sido muy duro ese día con la alcazaba que daba protección a los que allí vivían, sobre todo, y a los habitantes del pequeño pueblo blanco, muy blanco, que a sus pies se arrimaba. Hacía mucho calor todavía que irradiaba de los maravillosos muros con ricos taraceados y espléndidas filigranas al gusto de los árabes que allí habitaban. Eso lo notaba, Kamil, que portaba suriyah y babuchas que amenazaban ser una trampa mortal en su subir y bajar escalones a semejante velocidad. No podía llegar tarde. Iba chorreando de sudor.A las seis y cuarto de la tarde debía anunciar el cambio de riego y no le quedaba demasiado tiempo y sí otras muchas escaleras que subir. Si en aquella época hubiesen existido los pulsómetros, el de Kamil mostraría una cifra que asustaría al cardiólogo más permisivo.
CONTINUARÁ……….