~ G * Adulto ~ E * Maeva ~
Grace no es como los demás personajes que os hayáis encontrado. Ni hablar. Grace tiene una manía, se pasa el día contando absolutamente todo lo que está a su alrededor: las letras que contiene su nombre, los pasos que da para llegar a su cafetería favorita, las veces que se cepilla el pelo… Todo, desde los ocho años.
Grace no se imaginaba que ese hombre atractivo, cuyo nombre y apellido suma diecinueve letras –igual que el suyo- y que una vez le robó un plátano en la cola del supermercado, pondrá patas arriba su ordenado mundo y llegará el momento en que ella se dé cuenta de que en los asuntos del amor las matemáticas y el pensamiento racional no tienen cabida.
“Primero cuento las semillas.
Y luego cojo ese número y lo tengo presente, porque es el número de bocados que tengo que dar para comerme el pastel.”
¿Os ha pasado alguna vez de estar en el metro (o en cualquier otro transporte público) y tener que taparos la boca de las ganas que teníais de reír por lo que estabais leyendo? Pues eso es lo que me ha pasado a mí con Suma y sigue, y ha sido gracias a Grace. Ella es tan diferente, tan peculiar que se le coge cariño en seguida y la novela se convierte en un divertido paseo.
Como dice el argumento, Grace sufre un trastorno obsesivo-compulsivo con los números. Si os interesa el tema –y sino también-, os gustará esta novela, me ha dejado muy sorprendida lo que una persona que sufre esta enfermedad puede llegar a hacer. Para Grace los números son su vida. Sin ellos, se hunde; suena duro, pero es así. Además necesita comprender que lo que le sucede es normal y por eso se apoya en el vejo científico Nikola Tesla quien también lo pareció. Hasta que llega él: Seam
No ha sido fácil ponerse en la piel de Grace, comprenderla a ella, a su familia y a Seamus, pero Toni Jordan lo consigue al mostrarnos con una prosa amena, divertida y desde el punto de vista de Grace como es la vida de alguien que sufre este trastorno. Como me había interesado el tema cuando acabé la novela busqué información sobre más personas que tenían esta obsesión por los números y me sorprendió como muchas personas conviven día a día con ello.
Como dice en la contracubierta The Times “Una historia de amor original y conmovedora”, y yo le tengo que dar la razón.
“Cualquier cantidad entre 20 y 30 resulta bastante fácil. Generalmente doy bocados pequeñitos mientras voy bebiéndome el chocolate sentada a mi mesa. Menos de 20 requiere cierta habilidad, pues he de dividir mentalmente el pastel y calcular mucho lo que cojo con el tenedor para ir comiéndomelo. Y más de 30 supone un número de bocados muy considerable. Una vez me pusieron la increíble cantidad de 92 semillas y tuve que comerme el pastel casi miga a miga.”