(una larga reflexión para animar el debate)
[Sí, lo siento, este es un artículo largo, seguro que hay quien lo abandona por el camino, lo entiendo, pero es que, cuando se analizan procesos complejos, no hay respuestas simples, no se pueden valorar en cuatro líneas. Lo fácil es la calificación y la descalificación, las historias de buenos y malos. Pero así perdemos los matices, las incertidumbres, el análisis en definitiva. Me ha costado publicar este artículo, lo he meditado mucho porque seguro que también habrá quien diga que “se dan argumentos al enemigo”. Pero, si no somos autocríticos ¿cómo podremos mejorar? si no analizamos con detenimiento, desmenuzamos los procesos sociales, la realidad ¿cómo podremos cambiarla?]
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Los grandes líderes han hablado. Cada uno con el estilo que le es propio. A la ciudanía le toca ahora callar y tratar de entender algunas de las frases dichas, especular sobre sus posibles significados… y seguir escuchando a los profetas. Quizá la próxima vez les entenderemos un poco mejor.
Pablo Iglesias ha dicho (6/11/22) que pobre de aquel o aquella que falte al respeto a la militancia de Podemos. Hubo quien, rápidamente, entendió que se refería a Yolanda Díaz… pero no, al día siguiente aclaró (él o por voz interpuesta) que se refería a los medios de comunicación. Pero después, en una entrevista en la SER, abundó en lo que parecía que era la primera interpretación…
Por su parte, Yolanda Díaz volvió a decir que si la gente apuesta por Sumar ella también está “dispuesta” para este proyecto –se entiende que para encabezarlo. “Si vosotras queréis sumar yo sí, voy a dar un paso adelante” (Pamplona, 7/11/22). Lo viene repitiendo desde hace al menos un año: si vosotros vais yo también. Pero no dice a dónde. Y ¿quién es “vosotros”? ¿los que están en cada mitin, los que se afilien a Sumar (en el futuro ahora parece que es imposible), los voluntarios? Se supone que se refiere a presentarse a las elecciones generales, pero tampoco está claro esto. Por otra parte, siempre dice que lo que se está construyendo no es un partido, no es una candidatura, ni va de siglas…, que lo que se está haciendo es un proceso de debate ciudadano, para diseñar la España que queremos para dentro de una década. Si fuera solo esto, su proyecto se podría considerar un nuevo think tank, un laboratorio de ideas o, si es numeroso y participativo, un nuevo movimiento político-ciudadano, de debates para elaborar propuestas, para dentro de diez años.
Díaz va “a dar un paso adelante”, tampoco aclara qué significa eso exactamente. Después afirmó que “Sumar no es complemento de nadie”. También se puede interpretar de muchas maneras: ¿será un partido u organización independiente de todos los demás? Normal. Pero también se puede interpretar cómo que será una entidad al margen, ni partido ni organización ni plataforma… ¿es eso lo que se quiere decir? ¿Por qué Yolanda no nos dice exactamente lo que quiere? A estas alturas del calendario –electoral- parece obligado que lo exprese. No que la Vicepresidenta diga qué va a ser Sumar, pero al menos que sí nos diga qué es lo que ella quiere que sea Sumar. Se supone que luego la decisión será colectiva, aunque tampoco sabemos cuál es el colectivo que va a decidir, quiénes, con qué estructura. Al menos decir: mis objetivos son éstos, luego, entre todos, veremos si llegamos o no a ellos.
La situación es divertida para los traductores de opinión, periodistas y tertulianos: tienen un filón con estos dirigentes políticos. Se pueden dedicar horas y horas a interpretar, traducir y explicar sus mensajes. Cada cual imagina lo que se ha querido decir y nos lo cuenta, incluso hay quien da diferentes interpretaciones de cada palabra e imagina sus correspondientes escenarios posibles.
El problema, como casi siempre, es tener claro de dónde venimos para poder definir dónde estamos y a dónde vamos. Solo unas líneas para recordar por qué se habla tanto de Yolanda Díaz como futura candidata a la Presidencia del Gobierno. Fue a partir de la propuesta de Pablo Iglesias (marzo 2021): el mismo día y en el mismo acto que el Vicepresidente del Gobierno presentó su renuncia, nombra a Yolanda Díaz como sucesora, no solo para sustituirle en la Vicepresidencia que él ocupaba, (lo cual podría ser asumible, aunque algo tendrían que haber opinado en Unidas Podemos y en el grupo parlamentario), sino que, además, indica que Yolanda sería una magnifica Presidenta de Gobierno. No tardó ni un minuto en ligar las tres cosas en el mismo acto: dimisión, sustitución y candidatura.
A partir de ahí, hace ya más de un año y medio, Yolanda Díaz entra en un proceso difícil. Ni rechaza la propuesta de Iglesias ni la admite explícitamente. En un contexto de creciente prestigio como ministra, durante un proceso en que ha salvado la reforma laboral por la que ha estado trabajando duramente durante años. El prestigio de la Vice cada día es mayor. Entre sus muchas virtudes está el saber gestionar y pactar, el elegir y tratar bien los temas que más afectan a la mayoría de las clases trabajadoras (derechos sociales, laborales, etc.), los asuntos principales de la política y la economía y hacerlo de forma comprensible para la mayoría. Huyendo de perderse en temas minoritarios y controvertidos en los que, con tanta facilidad, se enrocan las izquierdas. Esto está en el suma de la Vicepresidenta, pero también tiene sus restas. Veamos brevemente la evolución.
Primero se habló de que se iba a construir un “frente amplio”. Pero un frente amplio se hace, se ha hecho en países latinoamericanos, uniendo a diferentes partidos y organizaciones ya existentes y planteando dar un gran “salto adelante”, a partir de éstos, con candidaturas unitarias que agrupen también a gente independiente, coaliciones, etc. En Europa tenemos procesos parecidos con el nacimiento de la Francia Insumisa, la griega Syriza… Esto conlleva que, en principio, son los partidos existentes los que toman la iniciativa, dirigen el proceso, pero parece no se quería esto desde la Vicepresidenta. Se optó por otra vía, “un proceso de escucha de la sociedad”. Viajar por toda España y escuchar a la gente, a las organizaciones y movimientos sociales, a esto que, para resumir, le llamamos “sociedad civil”, aunque sean dos palabras difíciles de definir, ya que todo lo que no es Estado es sociedad civil, desde una asociación vecinal hasta la fundación de un banco.
Si me limito a escuchar, yo escucho a todo el mundo -lo cual está muy bien- pero luego yo decido lo que considere, porque yo soy el que escucho y el que decido. No tengo ninguna estructura, ni ninguna forma articulada conocida sobre lo que escucho, qué es lo que se va a hacer, qué es y qué no voy a incluir en un programa electoral. Ningún compromiso. En cualquier proceso global de escucha salen miles de propuestas ¿cómo se articula cuáles se aceptan y cuáles no? Y sobre todo ¿quién está legitimado para decidirlo? En última instancia ¿una sola persona?
Los movimientos sociales y las asociaciones vecinales han sufrido procesos de seudoparticipación ciudadana durante décadas: ante las reivindicaciones vecinales y sociales, frecuentemente son convocados a reuniones, a órganos de participación (municipales y alguna vez autonómicos), en los que se les escucha atentamente sus propuestas. Para luego los gobiernos decidir lo que quieren. Incluso hay gobiernos locales que se han atrevido a convocar y llamar “presupuestos participativos” que han consistido en una reunión con las asociaciones de la localidad para contarles lo que va a hacer el gobierno y dejarles hablar. Un proceso de “escucha” por definición no es igualitario: yo que estoy en el poder escucho a los que no tienen poder. Luego ya veremos qué hacemos.
Hubiera sido diferente si ese proceso se realiza de abajo a arriba y, después, de arriba hacia abajo. Me explico: si una organización política elige su candidatura a las próximas elecciones mediante un proceso participativo de su militancia y simpatizantes, es un proceso de debate que lleva a que se elija en primarias una candidatura concreta y sus cabezas de lista. Después de ese proceso, una vez que tienes esa candidatura, está muy bien que se hagan procesos de escucha y debate: todo el mundo que acude sabe a qué va, para qué y, sobre todo, con quién. De hecho, es así cómo se realiza en muchos procesos electorales locales y autonómicos. Las organizaciones sociales saben que se reúnen con lxs candidatxs, a quienes proponen acciones, reclaman, sugieren propuestas para el programa, compromisos, etc. No ocurre así en Sumar, al menos hasta ahora.
También fue diferente el proceso en las elecciones locales de 2015, en la estela del 15M fue un proceso sobre todo de abajo hacia arriba: partidos, nuevos y viejos, con mucha gente independiente, crearon nuevos procesos unitarios, de Ganemos, Comunes… realizaron miles de asambleas y concretaron propuestas programáticas, después toda esa gente realizó primarias de las que salieron las candidaturas, y se pactaron en algunos casos con partidos propuestas, como que fuera Manuela Carmena en la nueva plataforma de Ahora Madrid. Un proceso de abajo a arriba bastante exitoso. No es el caso de Yolanda Díaz, que es un proceso de arriba hacia abajo, con más dudas que certezas. Esperemos que no pase como con Carmena que, una vez elegida por ese pacto interno masivo e ilusionante, pensó después, en 2019, que era ella quién debía elegir y decidir a su equipo, sin crear organización ni funcionar democráticamente.
Sumar despacio es mejor que los juegos de suma cero
El siguiente paso de Yolanda en el proceso de escucha ha sido lanzar Sumar. Con gran éxito de asistencia en todos los actos que organiza. Pero las fricciones con Podemos han ido a más, y más en las últimas semanas. Y es que, llegado a este punto, no le queda más remedio a Sumar y a su lideresa que clarificar qué es lo que se quiere. Solo se ven dos posibles vías:
- El planteamiento de Sumar como punto de encuentro, de puesta en común de académicos y activistas, elaborando propuestas para los próximos diez años, la España que queremos en 2030. Un movimiento político-ciudadano que se limita a eso y se articula, se relaciona con los partidos de izquierda para llevar a cabo esas propuestas. Sumar ha conseguido en poco tiempo agrupar a personas relevantes en todos los ámbitos sectoriales, con 35 grupos de trabajo específicos, mayoritariamente del mundo universitario y algunos líderes sociales y sindicales. No tiene más estructura conocida que ésta. Puede seguir así dejando claro que no participará en ninguna contienda electoral. Qué solo está aquí para ayudar a los que se presentan, intentar unirlos, etc. Esto clarificaría totalmente la situación.
- Puede definir que lo realizado se encamina también a crear organización para presentarse a las próximas elecciones. Tienen que decidir si esto o la vía anterior. Aquí está lo difícil: limitarse a animar a que todas las organizaciones a la izquierda del PSOE vayan unidas o que vayan con Sumar, o en Sumar. Si no se consigue ¿Sumar se presentaría en solitario? Díaz ha repetido que Sumar no va de construir un nuevo partido, que ese no es el objetivo, que sí es el diseño de un proyecto de país en base a un acuerdo programático, un "nuevo contrato social".
Las últimas declaraciones de Yolanda parecen indicar que sí que se presentará a las elecciones generales. Pero ¿quién ha elegido a Yolanda Díaz para ser la candidata unitaria de las izquierdas en las generales?: nadie. Al menos ninguna organización. Solo en su día fue la propuesta de Pablo Iglesias, que parece que ya no está. Pero, y este es un pero importante, Izquierda Unida sí ha dicho públicamente que apoya a Díaz para ser candidata a la Presidencia del Gobierno. La dirección de IU lo ha dicho de forma clara, pero no se ha aprobado en ningún proceso democrático interno de IU, en ningunas primarias –lógico dado que la propia Díaz aún no ha aclarado su candidatura. Sí recordar que la dirección de IU ha sido elegida democráticamente en su organización y ha decidido apoyar sin fisuras a la Vicepresidenta. No es así en Sumar que no ha decido nada. Hoy por hoy, parece que solo está registrada como una asociación, a la que se puede aportar donativos o ser voluntario, pero no afiliarse, hacerse socio/a.
Todos los partidos, sindicatos y asociaciones tienen unos Estatutos, registrados en órgano público oficial, que obligatoriamente deben incluir la forma de elección de su Junta Directiva (se les llame así u otro nombre), cómo se elige a su Presidente, su estructura organizativa, etc. que debe ser democrática para poder registrarse ¿Cuál es la Junta Directiva de Sumar? ¿Por qué no se hace pública? ¿Se puede lanzar un proyecto para cambiar el país sin que se sepa quién lo dirige más allá de una sola persona?
El muy breve manifiesto público fundacional de Sumar se titula “Un nuevo proyecto ciudadano”, sus primeras líneas irían en línea con la construcción de un nuevo movimiento social, pero un párrafo después se indica “Sumar es una iniciativa para impulsar el proceso de escucha que llevará a Yolanda Díaz a recorrer el conjunto del país” (https://sumarfuturo.info/manifesto/). Vuelta a presentarnos solo un proyecto personalista, Díaz nos escuchará. El resto gira en torno a su figura. En la web de Sumar no encontraremos explicación alguna sobre su estructura, más allá de presentar el nombre y quien dirige los 35 grupos de trabajo. No encontramos, a fecha de hoy al menos, cómo participar en algún grupo de trabajo o tema concreto, ni cuáles son los Estatutos o las normas de funcionamiento de la asociación Sumar. En el apartado “resolviendo dudas” básicamente se indica que próximamente se explicará cómo se harán las cosas... Conclusión, todo está por hacer.
Es evidente que los partidos (Podemos, IU, En Comú Podem, etc.) tienen todo el derecho del mundo a debatir quiénes van a estar en sus candidaturas, con qué acuerdos, etc. Decir que “esto no va de siglas, no va de partidos” queda muy bien en muchos sitios, para mucha gente de todos los sesgos ideológicos, y más en España, con una cultura antipartidos secular por su herencia franquista, con una desconfianza histórica hacia todo lo colectivo y político, pero ¿es eso lo que queremos? Las personas que se presentan en unas elecciones (locales, autonómicas, generales) lo hacen por partidos o por coaliciones, no hay más posibilidades legales ¡conviene recordarlo! -salvo el caso de agrupaciones de electores, solo posibles en municipios pequeños. Hay gran cantidad de gente anti partidos, progresista y de izquierdas también, que odian los tejemanejes de las estructuras internas, de los “fontaneros”, de los cuadros profesionalizados en la política interna. Y no les faltan razones. Pero no hagamos una candidatura sin organización, no nos metamos en caudillismos, la alternativa a los partidos existentes no son los hiperliderazgos personalistas. La alternativa es democratizar las organizaciones políticas. Más y mejor democracia.
Iglesias: “Pensar que es posible una izquierda sin Podemos, más allá de los cantos de sirena de la progresía mediática que lo desea indisimuladamente, no solo es arrogante. Además es torpe”. Cierto. Ahora los medios nos presentan a Podemos como el malo de la película, como antes se hacía con IU.
Las declaraciones posteriores de Díaz diciendo que “Sumar no es complemento de nadie”: nueva frase pienso que desatinada. Si se quiere que Sumar contribuya a unir, a posibilitar la suma de todos, o se intente al menos, Sumar debería ser la argamasa, el cemento que une a las organizaciones existentes ya citadas (Podemos, IU, etc.) y a muchas más, colectivos y personas independientes. Sumar puede ser el complemento adecuado, necesario y positivo para caminar en esa dirección unitaria. Díaz también ha dicho: “No sobra nadie: necesitamos todas las inteligencias, todas las manos, todos los afectos” (en Pamplona, 8.11.22). Bien. “necesitamos” a todos, pero, por ejemplo, ¿cómo se confeccionarán las listas de cada provincia para las generales? Volvemos a tener dos vías: o hay un pacto entre los partidos y fuerzas realmente existentes, hay consenso, o quién decide ¿lo decide Yolanda Díaz? ¿lo decide un equipo nombrado por ella, ya que Sumar no es un partido ni quiere serlo? La única vía democrática es la de acuerdos y consensos y, a estas alturas de los tiempos y los procesos, exige un acuerdo por arriba, entre las cúpulas de los partidos y organizaciones existentes, incluido Sumar que funcionaría como el motor de acuerdos… Si estuviéramos hablando hace un año, sí habría una posible tercera vía: que Sumar hubiera conseguido aglutinar y unir a todas esas fuerzas a la izquierda del PSOE y se consensuara entre todas las organizaciones la creación de una nueva plataforma/coalición plural, con nuevos censos de afiliación y que sus miembros en primarias eligieran las nuevas listas. De abajo hacia arriba se hubieran creado nuevas asambleas locales y provinciales unitarias. Para este proceso, que es el ideal, ya parece que no hay tiempo.
Para las municipales y autonómicas menos tiempo aún: o hay acuerdo pronto, aunque sea de mínimos o se va al desastre. Y, en esto la razón también se inclina hacia Podemos: que nadie piense que de un desastre en las elecciones municipales y autonómicas va a salir la “obligación” de un buen acuerdo para las generales. De los desastres y hundimientos solo saldrá o un “sálvense quien pueda”, todos contra todos, o acuerdos que se percibirán como el pacto de los perdedores, el pacto de la desesperación.
La vida sigue, la política también. El pasado día 22 Yolanda Díaz publicaba una carta donde especificaba “Sumar pasa por volver a escucharnos, por dialogar entre diferentes y por ser capaces de llegar a acuerdos. Sumar va de volver a mirar hacia afuera, de mirar al futuro y dejar de mirarnos el ombligo. En estos tiempos, en los que tanta gente desconfía de la política, hay que darles razones para la esperanza. Hay que recordar que una ciudadanía activa y crítica es el motor para que la política transforme la vida de la gente” (https://temas.publico.es/publico-eres-tu/todo-el-futuro-por-delante/#md=modulo-portada-bloque:4col-t2;mm=mobile-medium). Palabras muy bonitas, inspiradoras, poesía política o política poética, pero en concreto ¿qué significan? Yo desde luego no lo sé, me pierdo entre tan grandes y bellas palabras.
Aún se está a tiempo de mantener la ilusión por el proyecto, de volver a animar a la ciudadanía en un proyecto de verdad sumatorio, pero para sumar hay que partir de lo realmente existente: partidos, organizaciones políticas y activistas independientes. En política, como en todo en la vida, o se avanza o se retrocede. No es posible estar quietos y guardar el equilibrio. Los problemas están ahí, las cercanas convocatorias electorales también.
Hay quien ya piensa en el futuro más a medio plazo, volvemos a las propuestas para una década. Antonio Antón: “queda pendiente para toda la siguiente legislatura la misión de conformar todo el conglomerado político en sus distintos niveles en un proceso confederativo, con un liderazgo coral y transitoriamente como coaliciones, más o menos compactas, a la espera de reunir condiciones suficientes para un auténtico proceso constituyente, unitario y compartido. Si se aspira a desarrollar un proyecto de país para una década es preciso avanzar en el contenido, condiciones y marco temporal de los tres aspectos encadenados: programa, estrategia y sujeto político y social. O sea, política pura de la buena para implementar. El liderazgo colectivo se debe curtir en ello”. Acertadamente Antón termina indicando: “El liderazgo de Yolanda Díaz depende de que impulse y se alcance una solución pactada” (La pugna por el liderazgo en el espacio del cambio – Rebelion).
Si se trata de escucha y dialogar… ¿tan difícil es que se sienten Yolanda Díaz, Ione Belarra, Alberto Garzón, Ada Colau… alrededor de una mesa y lleguen a un acuerdo, a algún tipo de pacto? -y que no se les deje salir de la reunión hasta que no pacten. Y al día siguiente los mismos, Unidas Podemos y confluencias, se reúnan, para lo mismo, con I. Errejón, Mónica Garcia, Teresa Rodriguez para tratar de llegar a un acuerdo, de mínimos pero que ahora sería percibido como de máximos dado el mal ambiente creado…
Ya por favor. Con la que está cayendo, guerra en Europa, inflación disparada, casi un tercio de la población española por debajo del umbral de la pobreza, destrozos privatizadores en sanidad y educación… Con todo esto encima de la mesa ¿queremos repetir el desastre de Andalucía? –recordemos que el desastre no fue por falta de acuerdo (salvo con T. Rodríguez), vino de la mano de una negociación de ultimísima hora que se percibió públicamente como artificial, abrupta y por interés más partidista que social.
¿Será necesario que los votantes hagamos manifestaciones delante de sus respectivas sedes, rezando, en plan vigilia, rogándoles un pacto?
Tomás Alberich