Las selvas de la planicie se desarrollan en el área donde el río toca las tierras bajas. Sus rasgos más habituales son los lagos que se forman en las curvas de los ríos, las selvas en los pantanos de agua fresca y las colinas de piedra caliza.Esta zona de tierras húmedas alrededor del Kinabatangan inferior alberga hábitats acuáticos y terrestres que ayudan a regular la cantidad y calidad de las aguas, así como a mantener las funciones del ecosistema, formando un santuario de fauna y flora ricas y diversas.
Cualquier época del año es buena para visitar la zona, aunque la estación de lluvias que va de octubre a marzo puede resultar incómoda por las frecuentes inundaciones, pero en contrapartida es la mejor época para el avistamiento de aves.A pesar de haber llegado más tarde de lo previsto y del buen chaparrón que está cayendo nos proponen realizar el llamado “afternoon cruise”. Ha dejado de llover y la luz del cielo toma un aire especial. El paisaje es precioso pero el río, majestuoso, inmenso, impone respeto por no saber lo que se esconde bajo sus fangosas y turbias aguas y por la selva que lo envuelve. Al principio me invade una cierta desconfianza que desaparece a medida que la barca se va deslizando sobre sus aguas.Sencillas casas de madera sobre palafitos contrastan con algunos lodges turísticos que se extienden a lo largo de sus orillas.
Es una buena hora para avistar animales y empezamos a disfrutar del momento. Un canto rítmico y ensordecedor nos indica que tenemos cerca un cálao, ave sagrada para algunos pueblos de Borneo y todo un símbolo nacional. Efectivamente, se trata de un cálao rinoceronte (Buceros rhinoceros) especie amenazada que vive en las selvas y bosques lluviosos de Borneo, Sumatra, Java y Península de Malaca. Viendo el aspecto del ave, se adivina fácilmente el por qué de su nombre. A pesar de lo que pueda parecer, el color natural de su pico y de su prominente cuerno es el blanco, pero debido al constante roce con una glándula que esconde bajo la cola la cual exuda un líquido de color naranja, se van tiñendo esas partes tan características. Vemos también otro tipo de cálao, el llamado Oriental Pied (Anthracoceros albirostris) que aunque no es tan llamativo como el anterior, emite un sonido igual de escandaloso, casi tanto como el de los machos proboscis (Nasalis larvatus). Además de varios grupos de esos feos primates vemos macacos de cola larga, macacos plateados, jabalís y diferentes tipos de aves. No tenemos la suerte de encontrar algún elefante pigmeo, aunque el guía nos hace notar el rastro que dejan por allí donde pasan. Ya empieza a oscurecer y la barca da la vuelta para regresar al B&B. El guía le indica alguna cosa al barquero y éste para el motor. Con los prismáticos salimos de dudas: se trata de un orangután construyendo su nido en lo alto de un árbol para pasar la noche, tarea que no le lleva más de cinco minutos.
A las 7 se cena y es el momento de compartir experiencias y anécdotas con gente de diferentes partes del mundo. La sobremesa es corta puesto que a las 8 salimos de nuevo con la barca para participar del “night cruise”. Aunque el objetivo es ver animales de costumbres nocturnas me da la sensación que lo que conseguimos con el potente foco que utiliza el guía para iluminar la orilla del río y las ramas de los árboles es fastidiar a todo bicho viviente que intenta dormir. Acurrucados pajarillos, elegantes lechuzas, dos pequeños cocodrilos que dejan ver sus prominentes ojos sobre las oscuras aguas, varios grupos de monos proboscis ahora en absoluto silencio, un despistado jabalí y poca cosa más aparte de las luciérnagas que dan un poco de color a la negra noche. El cansancio acumulado del día y el ambiente relajado hace que por unos momentos yo también me quede dormida; no tendré que esperar demasiado para dejarme caer sobre la vetusta cama.
Sobre las 10:30 nos pasan a recoger para ir a visitar las Cuevas de Gomantong. El coche lo conduce un chaval muy joven, si no me falla la intuición, diría que no llega a los 18. No habla una sola palabra en inglés pero le han dado instrucciones de donde nos tiene que acompañar.Hasta las cuevas hay unos 20 kilómetros y el trayecto se hace rápido. Igual que en las Cuevas de Niah que visitamos en Sarawak, aquí se recolectan los nidos de vencejo y el guano de murciélago. Desde las oficinas del parque hasta la cueva hay un agradable sendero que discurre sobre una pasarela de madera y que se puede hacer en escasos 20 minutos. En cuanto a fauna, sólo vemos lagartos, mariposas y macacos. La cueva en sí, es menor que las de Niah pero aquí se ve mucha materia prima. Estas cuevas, situadas en colinas de caliza alrededor del bajo Kinabatangan, se han hecho famosas por la cantidad de nidos comestibles de pájaros que albergan, cuya recolección está rígidamente controlada por un sistema de licencias.Las paredes están llenas de murciélagos y el suelo está cubierto de una gruesa capa de guano. Recorremos la cueva en sentido de las agujas del reloj sobre una pasarela de madera muy resbaladiza. El olor es insoportable y una especie de grillos de color anaranjado invaden absolutamente todo. Los hay a miles y a pesar de los intentos para esquivarlos es inevitable pisar alguno con el consecuente creek que eriza los pelos. Un par de ratas cruzan por delante de mis pies … y lo que no vemos debido a la falta de luz en el interior.