En Sunset Park su autor trata sobre el azar y la intervención sobre él y sobre el destino. Muestra, además, su compromiso firme con la realidad y con el cambio. Confía en aplicar la creatividad ante las dificultades, asumiendo en todo momento lo que a cada cual toque asumir. Y cómo no, también en recuperar el pasado. Relaciona lo ocurrido décadas atrás en su país con la narración, encontrando puntos en común entre ello y el presente de sus personajes. Aparecen Liu Xiaobo y su lucha personal en la censora China, así como Obama y las guerras en las que el imperio decadente sigue metido y sus efectos colaterales en territorio propio. La lucha en estas grandes guerras y el destino incierto de quienes vuelven de ellas sin recompensa se relaciona con historias similares contadas por el cine. Por ejemplo, en Los mejores años de nuestra vida, el clásico de William Wyler, diseccionado desde la mesa de trabajo de la compañera okupa de Heller, que prepara su tesis doctoral.
La novela cuenta con una técnica muy lograda, ágil, que dirige el interés del lector hasta el final. Quizás al llegar al él Auster se deja sin completar algunas historias laterales de gran entidad. Me quedo con ganas de más. Aun así, no evito reconocer sus grandes méritos y los buenos ratos pasados entre sus páginas.