Una Reseña de Germán Guillón. Publicado en El Cultural.es. 03/12/2010.
Las grandes novelas del XIX cuentan las transgresiones éticas del ciudadano del siglo con un arte imperecedero. Leopoldo Alas y Gustave Flaubert fueron maestros en la representación del adulterio en el seno de la familia burguesa, el protagonizado por la señora Bovary y el de Ana Ozores. Por contraste, la mejor novela actual aborda otro tipo de transgresiones, las emocionales, y ningún autor de alcance internacional las describe como Paul Auster (Nueva Jersey, 1947). La mayoría de sus ficciones, denominadas con frecuencia posmodernas, suceden en Estados Unidos, y su núcleo temático permite al lector asomarse al texto y explorar allí su propia realidad personal.
Auster dio un giro de 180 grados a la manera de novelar ya desde sus primeras obras:en vez de contarnos cómo las vidas de las personas terminan por encajar en una existencia reglada, exigida por la sociedad, a lo cubo de Rubik, aceptó que el hombre nunca acaba de hacerse, que las parejas nunca encajan de verdad ni completamente, y así. La presente narración recuerda una tela de Jackson Pollock, pues según vamos leyendo la historia central descubrimos entre sus líneas la profundidad de los relatos que contiene, y advertimos que tras la sombra del primero asoma otro, y el siguiente. Por supuesto, el telón de fondo lo conforma la vida socio-política en EE.UU., y su presente situación económico-social, que desde la guerra de Vietnam marcha en un incesante declive, con breves intervalos en los que la esperanza desplaza al optimismo, como ocurrió tras la elección de Clinton como presidente , o la historia de su deporte nacional, el beisbol, que actúa como un estabilizador social que mantiene a salvo a los ciudadanos. Mas en Sunset Park la riqueza del conjunto incluye a los desheredados hispanos de Florida, a personas incapaces de pagar un alquiler, junto a quienes protagonizan el gran teatro del mundo actual, en este caso representados por los padres del protagonista, Milles Heller, un conocido editor, y su esposa, una famosa actriz de teatro.
El tema central viene delimitado por el contraste entre el difícil camino vital recorrido por un joven para llegar a conocerse y aceptarse a sí mismo, frente a la experiencia acumulada por su padre durante una existencia entera. Miles Heller vive abrumado por el recuerdo de un desafortunado accidente, el que causó la muerte de su hermanastro, Bobby, un muchacho de escaso trasfondo, tanto que abandonó la prestigiosa universidad donde cursaba sus estudios, y se lanzó a la carretera, que lo azotó de aquí para allá sin rumbo fijo, mientras desempeñaba muy diversos oficios. Poco a poco, le va creciendo el hueso de la personalidad. A fin de cuentas, dice, “las heridas son una parte fundamental de la vida, y a menos que uno esté herido de alguna forma, jamás se hará hombre” (pág. 173).
Por otro lado, su padre, el exitoso editor Morris Heller siente cómo la vida, los divorcios, la muerte del hijastro, el extrañamiento de Miles -mientras se busca a sí mismo a lo largo de nada menos que siete años-, le llevan a aprender una lección diferente: la edad no protege contra el infortunio; al contrario, lo debilita a uno. “No nos hacemos más fuertes con el paso de los años. La acumulación de penas y sufrimientos va mermando nuestra capacidad de soportar el dolor” (pág. 242). Así pues, el ejemplo de la vida tradicional no se alcanza mediante una sublimación de la existencia, sino sufriendo, como le ocurre a Miles, que además de sentirse culpable de la muerte de su hermano, encuentra el amor en las peores condiciones. Ella se llama Pilar, y juntos viven un amor intenso, empañado por el hecho de que la joven es menor de edad, y una hermana los chantajea. Tampoco la edad ayuda, pues el padre piensa que ha alcanzado el mejor momento de vida cuando surge el desacuerdo con su mujer, y aparecen las aristas que crispan las relaciones y nos distancian de los seres queridos.
Fragmento del Libro
Ficha del Libro│Anagrama.
En Algún Día: Paul Auster.