Dª Elena Valenciano pertenece a esa casta de socialistas que visten de Armani y tiran de Visa Platino escudados en el marchamo del progresismo, mientras hacen de la hipocresia política una forma de entender tanto la vida, como la profesión. Nos explicó la Sra. Valenciano de modo brillante que “hay dimisiones y dimisiones”, cuando fue interrogada sobre la razón que la llevaba a pedirla para la Sra. Ana Mato y no para D. José Blanco, especialmente si el segundo está imputado y la primera no. Hay “dimisiones y dimisiones”. Explicación brillante y clarificadora. El azote de la corrupción negociaba asuntos inconfesables en las gasolineras gallegas mientras sus correligionarios afirmaban que cualquier sitio es bueno para reunirse, comulgando con unas ruedas de molino inadmisibles. Dª Elena Valenciano, contraviniendo la ley, ha contratado a su hermana, cuya valía se determina por lazos de sangre, obviamente, pero ello tampoco es causa de responsabilidad o dimisión. Tiene uno la sensación de que el encubrimiento, incluso entre políticos populares y socialistas, es una suerte de “omertá” ante los atónitos ciudadanos que contemplamos como la traba Gürtel, los papeles de Bárcenas y los EREs de Andalucía discurren ante nuestra vista sin depurar la responsabilidad más allá de media docena de subalternos. Oriol Pujol debería haber dimitido y renunicado a su escaño, otro tanto sería exigible tanto a D. José Blanco como a Dª Ana Mato, sin florituras ni partidismos, sin contemplaciones, con la firmeza imprescindible para que la ciudadanía recupere parte de la fe perdida en sus representantes públicos.