Superando retos

Por Unamadredelsigloxxi @madredlsigloxxi

Los que me leéis habitualmente ya sabéis que mi hijo pequeño fue prematuro y que tuvo unos comienzos muy duros. Os lo contaba hace un año con motivo del Día Mundial del Bebé Prematuro. Ya no sueño con los días en Neonatos, con las máquinas ni la incubadora. De vez en cuando, ya de forma muy puntual, recupero la imagen de mi bebé, tan pequeñito y lleno de cables, dejando de respirar. Creo que es algo que llevaré para siempre conmigo. Y luego le veo hacer algo, cualquier cosa, y me invade una inmensa felicidad, porque sé que podría no estar aquí. Pero está. Cada día más grande, más fuerte, más autónomo.

Hace año y medio no imaginaba que estaríamos así. Por eso, quiero enviar un mensaje de esperanza a todos esos padres cuyos pequeños han llegado antes de tiempo y luchan en Neonatos. Tenéis unos niños fuertes y luchadores y debéis confiar en su fortaleza y en el saber hacer de los grandísimos profesionales de nuestros hospitales. Es durísimo no coger en brazos a tu recién nacido, pasar las horas frente a una incubadora, irte a casa sin tu bebé, ver su cuna vacía y saber que él duerme en una urna, rodeado de extraños (¡benditos extraños, médicos y enfermeras, que velan por ellos!). En las unidades neonatales hay mucho dolor, mucho miedo y mucha incertidumbre, pero también mucho amor, mucha esperanza y mucha fuerza.

La lucha, por lo menos en nuestro caso, no acaba en el hospital. Salir de Neonatos fue sólo el primer paso. La lucha por la lactancia materna, las revisiones médicas, numerosas pruebas y las sesiones de rehabilitación han marcado la agenda desde entonces. Mi hijo es un niño sano, aún algo más pequeño de lo que corresponde a su edad y con cierta tendencia a sufrir infecciones respiratorias (vamos, que pilla todos los virus que le acerca su hermano), pero un niño sano. Arrastra un retraso motor ligado a su prematuridad y es por eso por lo que asiste a un Centro de Atención Temprana. ¿Qué significa eso de retraso motor? Pues que va más despacio que otros niños. Que movimientos que otros niños realizan con facilidad a cierta edad a él le cuesta mucho más esfuerzo y lo hace más tarde. Y, por supuesto, eso afecta a su desarrollo cognitivo. Un bebé que se sienta o que coge objetos recibe un mayor número de estímulos que impulsan su desarrollo mental. Si no puede sentarse (o coger objetos o darse la vuelta) no recibe esos estímulos y su desarrollo cognitivo va más despacio también.

Pero ya os conté que los bebés prematuros llevan otro ritmo. Poco a poco mi hijo ha ido superando todos los retos: desde lograr un girar la cabeza de izquierda a derecha (¡yo pensaba que era un movimiento automático!) a darse la vuelta (¿sabéis la cantidad de aprendizajes que conlleva este movimiento?), abrir las manos, fortalecer el tronco, estirar la espalda, levantar los brazos, doblar las rodillas, agarrarse los pies, sentarse, coger objetos, gatear, ponerse de rodillas, en pie, subir escaleras, bajarse del sofá... Muchos aprendizajes. Luego sólo recordamos unos pocos, pero sin todos ellos sería imposible hacer muchas cosas.

Hace unas semanas superó el último reto motor: andar sin agarrarse. El mayor reto de todos. Seis largos meses desde que se puso en pie por primera vez agarrado a una mesa e hizo un amago de paso. Desde entonces ha avanzado poco a poco, sin forzarle, y hemos podido ver a cámara lenta todo el proceso real que supone aprender a andar. ¡Qué emocionante es ver sus primeros pasos! Sí, llevaba mucho tiempo caminando agarrado a nuestras manos, a los muebles o al correpasillos, desplazándose por todas partes de un punto de apoyo a otro. Pero resulta igualmente increíble verle dar esos primeros pasos solo. Después, todo ha ido a cámara rápida: de los primeros pasos tambaleantes a perseguir riendo a su hermano. Todavía se cae con relativa frecuencia, pero se vuelve a poner en pie y sigue su camino. En rehabilitación le han dado el alta. Un médico menos.

Todavía le quedan otros retos por superar y otros médicos que aún no le han dado el alta. Pero para nosotros es un orgullo y una alegría verle crecer y avanzar. Y, sobre todo, verle crecer feliz, porque, como os conté en otro post, mi hijo pequeño es la alegría de la casa, siempre sonriente y dispuesto a aprovechar cada gota de vida. Se la ha ganado a pulso, os lo aseguro.

Se acerca el Día Mundial del Bebé Prematuro, que se celebra el 17 de noviembre, así que desde aquí quiero enviar mis mejores deseos a esos valientes pequeños, tanto los que están ahora en Neonatos como los que ya han salido, y a sus valientes padres.