Vivir un aborto espontáneo debe de ser una de las situaciones más duras para una mujer que desea ser madre. Frustración, miedo, inseguridad, decepción… No imagino la de sentimientos que se pueden experimentar en una situación así.
Pero lo que sí es importante es que nunca se pierda la esperanza, porque casos como el de Silvia, te animan a pensar en positivo y dejar que la vida siga su curso para darnos una nueva sorpresa.
Esta es la historia de Silvia:
“Después de un primer embarazo frustrado por un aborto espontáneo, cuando supe que estaba embarazada de nuevo empezó un torbellino de emociones en mi interior. La ilusión se mezclaba con el miedo a partes iguales.
Los primeros meses fueron de total expectativa. Sólo quería que me confirmaran que mi bebé estaba bien y que iba para adelante. El día de la primera ecografía estaba hecha un flan. Creía que me iba a pasar toda la visita llorando. Y entonces la doctora empezó con la eco y ahí estaba ella. Entonces aún no sabíamos que era una niña, pero ver su cuerpecito, su esqueleto perfecto, definido y moviéndose… Fue un momento maravilloso.
Cuando me di cuenta tenía la boca y los ojos abiertos y miré a mi pareja que estaba sentado a mi lado y tenía la misma cara que yo. A partir de entonces me relajé y empecé a disfrutar de mi embarazo, a vivir los cambios del cuerpo y a detectar las señales que me indicaban que tenía una vida dentro y que esa vida iba a estar ligada a la mía para siempre.
María, a las pocas semanas de nacer
Después de un parto genial y rápido (en tres horas y veinte minutos mi peque ya estaba en el mundo) comenzamos nuestra vida como familia, y la verdad que es una experiencia maravillosa. Es duro también pero cuando veo a Maria reír y crecer se me olvida lo duro que es y sólo pienso en la fuerza que ella me da”.
Silvia
Terrassa
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