Superar un divorcio

Por Somospsico

Hay momentos en la vida en los que se producen ciertos cambios que pueden afectarnos física y psicológicamente. Un divorcio puede ser uno de ellos, el cual es considerado por muchos como un acontecimiento vital estresante, como pueden ser una mudanza, un despido o la pérdida de un ser querido.

Reponerse de un divorcio no siempre es fácil, al menos no lo es para todo el mundo. Es posible que persistan sentimientos de culpa, de indecisión sobre si se habrá elegido la opción correcta o incluso de lástima por la persona “abandonada”, llegando en ocasiones a mantenerse los contactos de forma no muy apropiada.

Es obvio que los problemas de pareja son bastante comunes. Nos atreveríamos a decir que es completamente imposible que una pareja bien avenida no haya discutido jamás sobre ningún tema o no haya expresado posiciones enfrentadas a algún respecto. Sin embargo, en la gran mayoría de los casos estos malentendidos o pequeñas disputas son lidiados con sensatez, comunicación, acuerdo y apoyo mutuo, de forma que no suponen una amenaza para el posterior mantenimiento de la convivencia.

El problema radica, entonces, cuando las discusiones se tornan demasiado frecuentes, llegando a ser insoportables, de manera que ambos miembros de la pareja acuerdan no poder continuar así. En algunos casos se opta por acudir a un terapeuta de pareja, tratando de hallar los puntos débiles de la relación o de aprender a conocerse mejor para poder darlo todo en ella. Pero por desgracia, esto no siempre funciona, además de no ser siempre la opción elegida. En muchos casos se elige el divorcio.

Y aquí llega el punto importante. Desde ese momento, tanto el hombre como la mujer han de aprender a vivir “de otra manera”. Lo primero es tratar de fijarse más en los aspectos positivos de la situación que en los negativos: estado de ánimo más relajado al no continuar discutiendo, más tiempo para dedicarse a uno mismo y autodescubrirse, posibilidad de conocer nuevas amistades que la rutina del matrimonio casi impedía, etc.

Una vez considerado todo esto, igual de relevante resulta el no culparse por lo que ha sucedido. No merece la pena darle vueltas a la cabeza tratando de encontrar al verdadero responsable de la ruptura, ni tampoco es bueno generalizar al resto de hombres o mujeres aquellas cosas que no nos gustaban de nuestra anterior pareja. Ni es uno sólo el responsable, ni todos somos iguales.

Por eso, lo realmente constructivo y útil es valorar qué cosas tuyas crees que, en el fondo, han podido influir en que no todo haya ido tan bien como te hubiese gustado. Así, si las reconoces, aceptas y tratas de modificar, te asegurarás no repetir la misma historia con futuras relaciones (al menos en lo que a ti se refiere).

En el caso de que haya hijos de por medio, resulta recomendable explicarles toda la situación con franqueza y objetividad, tratando de no posicionarse ni convertir al otro en un “ogro”. Recuerda que él/ella también es el padre/madre de tus hijos, por lo que también tiene derecho a verlos y a estar con ellos.

En definitiva, a pesar de que un divorcio pueda parecerte el fin del mundo en el momento en que comienzas a vivirlo, recuerda que sólo depende de ti la forma en que decidas afrontarlo. Por eso, si lo haces desde la tranquilidad, la sinceridad y el respeto, no tiene por qué suponerte demasiados problemas.


foto|Salvatore Vuono