Estaréis de acuerdo con nosotros en que este adjetivo -empleado de forma coloquial- bien parece una palabra inventada, como de dibujos animados, del estilo de jitanjáfora, tokamak o ñiquiñaque... ;-)
Pero... ¡nada más lejos de la realidad!, superferolítico, es una palabra real, de carne y hueso -o papel y tinta, según los casos-... No se sabe muy bien de dónde procede -algunos creen que deriva de firulete, adorno innecesario-... sea como fuere, es un adjetivo con un claro significado, que se emplea para describir aquello excesivamente delicado, fino o primoroso...
Célebres autores han empleado nuestra voz del día en su obra... ¡veamos unos ejemplos!:
Emilia Pardo Bazán (1815-1921) en Una cristiana.
“…Recostado en un banco, percibí que a mis espaldas se tendían como tapiz de seda verde las ramas de una enredadera magnífica, la datura o trompeta del juicio final; no se requería imaginación muy poética para comparar sus gigantescas flores blancas a copas llenas de esencia fragantísima, Entretejido con la datura se esparcía por la pared un jazmín doble. Aquellos olores, columpiados por el vientecillo suave, me subían hasta el cerebro, hacían bullir la savia de mis veintidós años y me inspiraban furioso apetito de amor, pero de un amor muy superferolítico, muy delicado y profundo, exclusivo y resuelto a atropellar las leyes humanas y divinas. …”
Gonzalo Torrente Ballester (1910-1999) en Torre del aire.
“…Mudando lo mudable, su tesis puede aplicarse, y de hecho la vamos aplicando a la vida nacional, en la que lo grosero se codea con lo superferolítico, cuando no se amalgaman en unidades de difícil discernimiento. Está pasando ahora con la pornografía y el erotismo, y, por lo que recuerdo, ha pasado ya otras veces. …”
¡Hasta el próximo artículo de corte levítico! ;-)
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