La primera revista de cómics o comic-book norteamericana fue el tabloide The funnies (1929, Dell), con reediciones de tiras de prensa. En 1935, National Periodical lanzó New fun, ya con material original [1]. A diferencia de las tiras de prensa, los comic-books no debían ajustarse a unos cánones ni estaban sujetos al dictado de los syndicates (las distribuidoras de las tiras de prensa), circulando libremente. El formato se consolidó definitivamente desde la aparición de Action comics, en cuyo nº1 debutó Superman (1938), que provocó una avalancha de superhéroes salvadores de la humanidad de cuyos réditos aún sigue viviendo la industria norteamericana, obra del guionista descendiente de inmigrantes judíos lituanos Jerry Siegel y el dibujante canadiense (llegado a Ohio a los 10 años) Joe Shuster, en cuyo honor se bautizaron los premios [2] de la Canadian Comic Book Creator Awards Association (2004). También eran canadienses el portadista de Superman, Winslow Mortimer, o Harold Foster, primer dibujante de Tarzán (1929), llegado a Estados Unidos en 1922, con 30 años.
The Brownies (1899) fue, tal vez, la primera tira de cómic –con textos a pie de viñeta- de un canadiense, Palmer Cox, llegado a USA con 23 años. Jimmy Frise (Life’s little comedies, 1921) o Ted Mc Call (Men of the Mounted, 1933) lograron, en cambio, publicar con éxito en su propio país. También hubo algún pionero en la zona francófona, como Albéric Bourgeois, pero será en la anglófona donde el género cuaje con mayor fuerza y rapidez, gracias a los superhéroes.
En diciembre de 1940 se aprueba la War Exchange Conservation Act (WECA), que restringía la importación de revistas pulp o comic-books USA en Canadá [3]. Para llenar el vacío, el siguiente año se produce un auténtico boom de editoras, la mayoría de breve vida, que crearán su propio universo de comic-books de superhéroes canadienses: Maple Leaf o Anglo-American en Vancouver, Hillborough Studios o Bell Features en Toronto y Educational Comics en Montreal.
En 1941 nace Maple Leaf, que debuta con Better comics, con el primer superhombre canadiense, Iron man (nada que ver con el vengador Marvel) de Vernon Miller, que también ideó Danny and his magic ring (1942) para Lucky comics, donde aparece el prehistórico Piltdown [4] Pete (1944) –y la explosiva Yot- de Jon St.Ables (también padre de la fantástica Brok Windsor en Better comics), que también vivió aventuras en Rocket comcis.
También en 1941, Mc Call reedita su tira de prensa Robin Hood and company en formato tabloide, con el que arranca Anglo-American Publishing Company, para la que creó junto al dibujante Ed Furness Freelance o Commander Steele (Grand slam comics).
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[1] En 1933, Humor Publishing había lanzado varios tabloides de cómics policíacos sin continuidad con material original, como Inspector Dan de Norman Marsh.[2] En cuyo “Hall of Fame” encontramos a artistas mencionados en este post como el propio Shuster, Harold Foster, Adrian Dingle o Ed Furness (2005), Winslow Mortimer o Jon St.Ables (2006), Ted Mc Call (2008), George Menendez (2009), Vernon Miller y Murray Karn (2013) y Cy Bell o Edmond Good (2014). Además de otros a los que no mencionamos aquí, pero conocidos por todos, como Dave Sim (2006), John Byrne (2008), Chester Brown y Tod Mc Farlane (2011), Darwyn Cooke (2016) y Julie Doucet o Stuart Immonem (2017).[3] La restricción no afectaba a las secciones en color de la prensa dominical, al entenderse parte integrante del diario.[4] El “hombre del Piltdown” fue un supuesto “eslabón perdido” encontrado en dicha localidad de Sussex en 1908, que se demostró finalmente compuesta por restos de orangután y homo sapiens.[5] Grupo que aglutinó con vínculos poco claros a diversas editoras (Orbit, Croydon, Universal Comics Group, Circus Comics, Public Recreations, Rewl, E.R.Ross, Farm Women’s Publishing…) en 1944-46. Utilizaba material preempaquetado y, con frecuencia, papel del mercado negro.