Para Messi no era un partido más. Cumplía 200 partidos de Liga con la camiseta azulgrana, y aunque reconozca una y otra vez que no presta atención a sus registros, la realidad indica que no hace otra cosa que superarse minuto a minuto. La víctima de turno fue el Valencia de Unai Emery, mismo equipo que hace días supo poner en aprietos a los de Guardiola en las semifinales de la Copa del Rey.
Esta tarde, Lionel arrancó inspirado desde el primer minuto, y contó con la presencia de Andrés Iniesta totalmente recuperado de sus molestias, motivo más que suficiente para que La Pulga desarrolle todo su repertorio. Otro condimento que tenía el duelo entre el escolta y el tercero de la liga era la presencia de Diego Alves, arquero que supo aguarle varios gritos -penal incluido- a Messi en sus últimos duelos.
Como siempre, el mejor del planeta sacó la cara por su equipo cuando más lo necesitaba. Hizo de todo y de todos, jugando a un nivel extraordinario. El tanto tempranero del conjunto Ché quedó olvidado cuando Messi se enojó, porque en una ráfaga el 10 dio vuelta el marcador. La victoria azulgrana estuvo en duda durante algunos minutos del complemento, hasta que una buena gestión del eléctrico Tello culminó con el tercer gol de Lionel. El cuarto -vaselina de colección- también fue del argentino, quien inició la jugada del quinto y definitivo, un toque de distinción de Xavi, otra de las piezas que recupera Guardiola para transitar la recta final de la temporada.
Con el poker (segundo en su carrera), Messi sigue acercándose a César, máximo goleador de la historia del Barcelona. Los números del rosarino con la elástica culé son impresionantes: 222 goles en 310 partidos, a 14 dianas de ser el máximo realizador de uno de los clubes más importantes del planeta. Y tiene apenas 24 años. Para Messi no era un partido más, ninguno lo es.