Recuerdo que la edición gigante de Superman vs. Muhammad Alí me fascinó de pequeño. Aquella edición gigante de Novaro destacaba brutalmente entre el montón de tebeos colgados con pinzas que había en el quiosco. Y salía Cassius Clay, que por aquél entonces era casi un mito mediático para la chiquillería de la época, aunque no tuviésemos muy claro el porqué y nos dejara un poco aturullados lo del cambio de nombre. Pero joder, cómo fascinaba este tebeo. Qué luchas míticas, que puñetazo de Superman parando la ola gigante (lo de tsunami no se llevaba)… En resumen, un tebeo candidato ideal a permanecer bien resguardado en la memoria nostálgica al que, con casi total seguridad, le sentaría muy mal la relectura adulta. Sin embargo, leído hoy, casi cuarenta años después de aquél primer shock, me sigue pareciendo igual de fascinador en su extraña y peculiar rareza. Es verdad que no aguanta el mínimo análisis intelectual: Denny O’Neil firma un previsible guión de manual, plagado de tópicos desde la primera a la última página, desde el tratamiento de la historia –los malos extraterrestres, malísimos, copiados fielmente de los skrulls en aspecto y casi, casi en fonética, el combate con esfuerzo titánico en el último momento- a, por supuesto, unos prejuicios sociales que en ningún momento son, ni tan siquiera, puestos en duda: el héroe afroamericano se presenta como un ejemplo máximo del american way of life, aunque nadie se plantee que la única posibilidad de éxito entonces para un afroamericano sean los deportes… por no hablar de que la única opción de duelo entre civilizaciones es, por supuesto, a hostia limpia. Pero, pese a todo, sigue siendo raro: es un crossover imposible que hace tambalearse los cimientos del género de superhéroes. La mezcla del Mundo Real ™ con el universo superheroico era ya habitual por esas fechas, tanto desde el acercamiento de los superhéroes al comportamiento de la vida real (que tendría como cúspide la obra de Alan Moore décadas después) como desde la inclusión de los comportamientos sociales reales como escenario de fondo de las personalidades y actitudes de los personajes (con el Spiderman de Lee y Ditko como referente claro y primigenio). No era raro que personajes reales se pasearan por las páginas de los tebeos de Marvel o DC; sin embargo, Superman vs. Muhammad Alí no plantea una simple aparición estelar del púgil americano, es un enfrentamiento entre el concepto de héroe mitológico -reconvertido por el género de superhéroes en el ideal conceptual de héroe del siglo XX- con el héroe de la calle, el ídolo real. Un héroe que sigue a pies juntillas el manual de Campbell frente a un héroe nacido de los mass media, en el que el carisma y la ambición pesan más que el camino seguido. Superhombre vs. Hombre en toda su extensión, el American Way of Life adoptado por un alienígena de bondad incorruptible frente a la verdadera expresión de un American Way of Life consentido por las clases dominantes pero ganado a golpe de tortazo. Los tópicos se suceden, pero en el fondo, no se puede obviar que el discurso triunfal y provocador de Alí, rebelde y revolucionario si se quiere, es una reivindicación del héroe real frente al imaginado, una fractura brutal de ese universo de superhombres que, de golpe y porrazo –nunca mejor dicho-, baja a la cruda realidad: ellos no existen, el único héroe que existe de verdad es Alí, el hombre, el real. El apretón de manos final entre Superman y Alí es, más que una expresión tontorrona y bobalicona de feliz cooperación intergaláctica, un reconocimiento tácito de mutua no agresión: “no salgáis de los tebeos”, parece decir Alí, “en el mundo real no tenéis nada que hacer contra los puñetazos de verdad”.
Seguramente O’Neil y Adams no se planteaban esta lectura de su obra, más operación comercial afortunada en un momento de bajada en picado de las ventas que reflexión sesuda sobre el género. Sin embargo, la tentación está ahí y la lectura es tan posible como sugerente y atractiva.
Aunque no deja de ser una paja mental innecesaria para disfrutar de este tebeo: si usted o usteda, querido o querida, lector o lectora se quiere obviar lo anterior, hágalo con total tranquilidad y refocílese con lujuria en el espectacular trabajo gráfico de Neal Adams. Ponga el cerebro en modo de ahorro de energía y dé saltos de alegría incontenible ante el despliegue de sapiencia compositiva y narrativa del dibujante, que firma el que, a mi entender, es su mejor trabajo. Sólo por ver cómo Adams concentra toda la potencia la potencia visual de la página en el puñetazo de Superman contra el tsunami o por esa magistral e impresionante doble página donde Alí da su discurso, ya vale la pena tener esta historia. Qué habilidad para resaltar el momento épico, para acentuar el dramatismo y subrayarlo visualmente, obligando al lector a seguir el camino marcado… Toda una lección de narrativa. Lástima que para esta ansiada reedición se haya optado por un espantoso recoloreado photoshopero lleno de brillitos y volúmenes que, en algunas ocasiones, se carga el trazo de Adams. Una actualización tan innecesaria como absurda, que no aporta nada a la obra y, a mi entender, le resta fuerza. Planeta sigue en este aspecto fielmente lo marcado por la nueva edición americana, con una excelente calidad de reproducción, aunque sigue su política de publicar las obras en formato contrario al original. Y eso que lo tenía difícil esta vez, ya que en los USA esta nueva edición se publicó en formato comic-book y en el original gigante. Pero la solución era obvia: ni uno ni otro. Así que la edición española se queda a medio camino entre las dos… Snif.
En cualquier caso, un tebeo a disfrutar.