El doctor de la Universidad de Auckland, Mark Bolland acaba de publicar un estudio que desmitifica el poder sanador de la suplementación. En concreto, su estudio, del cual se ha hecho eco la revista científica The Lancet, ha analizado la repercusión de la suplementación en vitamina D sobre la salud ósea.
De una muestra de 53.000 personas, apenas el 6% expeerimentó mejoras en su densidad ósea, quedando anulada la asociación entre suplementación en vitamina D y prevención de las fracturas.
Lo que, por contra, permanece inalterable es su positiva contribución a la curación del raquitismo y de la osteomalacia, una patología caracterizada por el ablandamiento de los huesos como consecuencia del déficit de calcio en la matriz de estos. La ingesta adicional de vitamina D, en forma de cápsulas o comprimidos, así como la exposición al sol han constatado el restablecimiento de los niveles saludables de vitamina D.
Este estudio es sitúa en línea con otra investigación que, igualmente, pone en entredicho la efectividad de la combinación de los complementos en vitaminas A, C y E para prevenir las miocardipatías y el cáncer.
El equilibrio parece estar en el mantenimiento de una dieta variada y equilibrada, y en la práctica regular de actividad física. Alimentos como el atún, el salmón, el zumo de naranja o los lácteos nos proveen de la dosis necesaria para salvaguardar el buen estado de los huesos de un modo natural.
No obstante, este estudio también cuenta con detractores. El profesor de la Universidad Queen Mary de Londres, Adrian Martineau considera insuficiente el rango alcanzado para establecer ninguna conclusión.
Sea como fuere, la investigación continúa y no tardarán en hacerse públicos nuevos estudios, tanto a favor como en contra, de una práctica que vivió su esplendor hace varias décadas.