Supón que Dios dijera: "Haz lo incorrecto y serás recompensado eternamente". Sería una suma injusticia. Por tanto, lo contrario es la suma justicia.
Siendo Dios la causa primera, todo lo que se aleje de Él tiende a su propia nada. Ahora bien, dado que el alma es inmortal, esta nada no es la desaparición, sino la disminución eterna, que sólo puede concebirse como un eterno sufrimiento y una frustración voluntaria del fin para el que fue creada.
No es crueldad. La voluntad antecedente de Dios quiere que todos se salven; por todos ofrece la vida en el sacrificio vicario. Pero su voluntad consecuente determina que quien se endurece ante la gracia no pueda ver el rostro de su Padre e imagine una sombra confusa y temible; ni conozca el máximo bien, sino que lo ignore o lo travista; ni participe de su felicidad por los siglos y, en su lugar, huya de la luz como las lombrices.