Surcos (1951): Muchas cosas siguen igual

Publicado el 19 julio 2020 por Liberal

Anoche, sábado, estaba yo dando una vuelta por los campos y un joven extranjero (originario de Polonia) me reconoció porque es empleado del único supermercado en el pueblo. Me saludó y yo le saludé. Daba la casualidad que íbamos hacia el mismo camino (antes de dispersar) y la conversación giró entorno a la emigración de tantos jóvenes estadounidenses a las grandes ciudades. Yo no sé si ahora en España sigue esa tendencia, pero aquí en los últimos años ha habido una fiebre de mudanza. Una de las frases más repetidas ahora es “me mudo”, ya sea para escaparse de la ciudad (como es el caso actual de muchos blancos adinerados o de clase media que sienten pánico ante la creciente inseguridad protagonizada por jóvenes negros sin futuro…algo parecido al tema de los MENAS en España) ó, al revés, jóvenes de zonas rurales que odian sus raíces, odian su pueblo “conservador” y quieren ir a la gran ciudad para “liberarse”. Hablamos de muchos temas en el camino de 20 minutos. Normalmente, no soy de charlar con gente que no conozca mucho, pero noté que el joven estaba bastante interesado en la política americana.

Uno de los temas que saqué (y que inspiró esta entrada) es la controversia del museo Afro-Americano que tenía una gráfica denunciando lo que ven como “valores blancos”. La gráfica es bastante interesante. No obstante, el museo ya se disculpó hace unos días, después de las duras críticas del hijo de Donald Trump. La gráfica denuncia lo que ellos ven como “valores blanco protestantes”:

1) Gratificación retrasada — esto es, se vive para trabajar y no se goza del placer inmediato como sí hacen muchos no blancos y personas de razas o culturas mediterráneas normalmente (aunque esto es discutible según zona).

2) Horarios rígidos — “time is money” es una famosa frase muy americana, ciertamente.

3) No tener muchos hijos y que cada hijo tenga su propia habitación individual — también que la cultura blanca es aislacionista, individualista y antisocial.

Bueno, echándole un vistazo a la gráfica, entonces yo debo ser una de las personas más blanca protestantes del planeta. Humor aparte, yo siempre pensé que esos valores eran la clave para el éxito, independientemente de tu raza…pero como ahora está todo racializado, pues resulta que no, resulta que son “valores blancos”. En parte, es cierto: la idea de ganar mucho dinero, ahorrar, invertir, conquistar…son ideales del hombre blanco, no del negro o del indio. Sus sociedades no eran materialistas ni tan egoístas como las nuestras. Siempre he dicho que si de verdad necesitas ayuda en un apuro, no será el hombre blanco que te ayude. Probablemente, será un negro o latinoamericano. Lo digo en serio. ¿No os habéis fijado como, por ejemplo, en el Metro de Madrid la mayoría de los que hoy en día ceden el asiento a personas mayores son varones no blancos? En mi experiencia con jóvenes no blancos, éstos, en un entorno muy disciplinado, son bastante más respetuosos que los blancos. Eso no me lo cree mucha gente porque han tenido experiencias negativas con negros en los colegios públicos. Ciertamente, los colegios públicos de negros en EEUU son un auténtico desastre, pero eso no es porque sean negros. Eso tiene otras raíces patológicas. Yo tengo un centro de formación y hay bastantes negros americanos. Jamás he tenido yo un problema de disciplina en mi centro. Solamente una vez hubo una denuncia por “racismo”, alegando que mi centro discrimina a negros, pero fue rechazado por falta de pruebas y luego yo presenté una demanda por declaraciones calumniosas que fue resuelta al final sin los tribunales a cambio de un dinero por daños.

Bien. ¿Qué tendrá todo esto que ver con la película española Surcos? Pues en la conversación sobre la gráfica, salió el tema de la gratificación, del placer y yo le dije al joven que gran parte de los jóvenes que emigran de los campos a Nueva York son perdedores. Sí, lo repito: los que emigran del campo a Nueva York, suelen ser perdedores salvo en las rarísimas y contadas excepciones que sigue una trayectoria profesional y educativa muy concreta. Veamos:

El joven nace en un pueblo rural. El joven es inteligente y finalmente acaba en una de las mejores universidades del país. El joven consigue trabajo en finanzas o algo de prestigio en la gran ciudad y es un éxito laboral. Claro, eso existe. Pero seamos realistas por favor: ¿cuántos jóvenes de campo que emigran a Nueva York tienen ese perfil? Casi ninguno. Ahora viene lo siguiente de mi observación:

Gran parte de los jóvenes de campo que emigran a la ciudad buscan PLACER, buscan ser “fashion”, lo hacen porque todos sus amigos lo hacen y no es “fashion” vivir en un pueblo rural hoy en día…al menos, antes de la pandemia. Ninguna persona con valores ordenados emigraría a la ciudad para vivir en una habitación de mala muerte con desconocidos totales solo para estar cerca del bullicio, de los bares famosos, de la “acción” y el entretenimiento. En vez de ahorrar, estos jóvenes normalmente realizan trabajos que podrían hacer perfectamente en sus lugares de origen: peluqueros y camareros, generalmente hablando. La situación es patética, porque incluso lo cierto es que un peluquero en un pueblo pequeño puede tener mucha más probabilidad de tener casa en propiedad (con hipoteca, eso sí) antes que un peluquero en la gran ciudad. Nueva York, como Madrid y otras ciudades del estílo masificado, la considero una guardería infantil gigantesca. Si tienes buen trabajo, vives muy bien, pero la mayoría vive como niños en una guardería…con entretenimiento (distracciones) ofrecidas a cambio de ser esclavo durante gran parte de la semana y malvivir. Eso siempre ha sido así, pero ahora tiene una dimensión mucho peor que antes: en la época de Surcos, la gente realmente tenía que ir a la ciudad solo para sobrevivir. Eso no lo denuncio, por supuesto. La diferencia es que ahora van a la ciudad para MALVIVIR pudiendo SOBREVIVIR mucho mejor en la mayoría de casos en sus pueblos de origen.

Todo esto que denuncio tiene bastante que ver con mis valores. Yo sí considero que si eres un hombre mayor de 30 años y no tienes un proyecto de vida concreto, eres un perdedor. Será que soy muy blanco y protestante, no lo sé. Pero sí sé lo que pienso y defiendo.

Surcos denuncia esto. Una familia castellana típica de campo se muda a la ciudad de Madrid después de finalizar la Guerra Civil española. Se mudan con la hermana de la mujer del pueblerino. En la ciudad, se topan con “El Mellao”, un delincuente que intenta seducir a la Pili. Trabaja para Don Roque (el Chamberlain). Estos dos hombres son malvados. El gran gallego, Eugenio Montes, escribió lo siguiente y sale al inicio de esta película de calidad:

“Hasta las últimas aldeas llegan las sugestiones de la ciudad, convidando a los labradores a desertar del terruño, con promesas de fáciles riquezas. Recibiendo de la urbe tentaciones, sin preparación para resistirlas y conducirlas, estos campesinos que han perdido el campo y no han ganado la muy difícil civilización, son árboles sin raíces, astillas de suburbio que la vida destroza y corrompe. Esto constituye el más doloroso problema de nuestro tiempo. Esto no es símbolo, pero sí un caso, por desgracia, demasiado frecuente en la vida actual.”

En palabras mucho más breves le comenté todo esto al joven polaco y me dijo que jamás había abierto los ojos como ahora. Le quité las ganas de irse a Nueva York ciudad. “Tú ya vives aquí joven, tú ya tienes trabajo aquí, tú ahora puedes hacer una familia aquí en el campo, en una de las granjas en venta si ahorras, si sigues un camino recto y serio”. Me dio las gracias y me dijo que así lo hará.

Denuncio la emigración de jóvenes de los campos a las ciudades que solo vayan sin oficio ni beneficio, los desplazamientos masivos que están acabando con la estabilidad mundial. La amenaza más perturbardora de los terribles años que se avecinan será la emigración masiva en el planeta. Será el desplazamiento mundial lo que acabe con la prosperidad de muchos.

CUIDADO. Si eres muy “sensiblón” y no puedes ser capaz de un debate, en el segundo vídeo os aviso que hay una escena que hoy sería considerada “violencia de género”. Yo no justifico pegarle a ninguna mujer, pero las cosas deben tomarse en su contexto de época. En aquellos tiempos, era bastante normal que un hombre le pegara a su mujer. Repito, NO LO JUSTIFICO y eso tenía cierta clase social, pero aquí no hay censura postmoderna.