Velocidad
«Amigo agente. Un placer saludarle de nuevo en esta comisaría tan chula que han abierto en el barrio. Pasaba por delante y quise saludarle. Aparte, le cuento. A mí lo de la disminución de la velocidad me parece de maravilla, le parezca mal a quien le parezca. ¿Que al Alonso ese no le gusta porque se duerme? Fantástico; que vaya en bici. ¿Que al PP tampoco? Mejor. Yo estoy totalmente de acuerdo. Es más: yo incluso pondría controladores de velocidad a la salida de los portales de las ciudades, por las mañanas. Y a todo aquel que presentara a tan tempranas horas un exceso de revoluciones, ordenaría que por ley les mandaran a reposar al sofá de su casa o a la camita, hasta que se templaran los ánimos. Vamos todos muy pasados de vueltas en esta sociedad moderna, sobre todo con las cosas que escucha uno. Verá qué bien íbamos a vivir. ¿Usted tiene mano con Alfredo Pérez Rubalcaba para trasladarle esta modesta propuesta de los controladores de revoluciones apostados a pie de los portales? Le estaría eternamente agradecido. Tanto correr, ¿pa qué? Pa ná; ¡si sus vais a matar igual!»